Dos de cada tres franceses apoyan las protestas

Qué es el movimiento de los chalecos amarillos en Francia que puso en jaque al presidente Macrón

Se autoconvocan a través de las redes sociales, son inorgánicos y no tienen dirigentes visibles. Nacieron como una respuesta popular contra el aumento de los combustibles, aunque sus reclamos son múltiples. Los une la crítica al programa económico del gobierno de Emmanuel Macron

Desde hace un mes, todos los sábados, las calles de París y de las principales ciudades francesas se llenan de personas vestidas con un ya emblemático “chaleco amarillo para protestar. Quienes son y por qué lo hacen es algo más difícil de contestar, aunque en un principio los movilizaba su oposición al aumento del precio de los combustibles.

Sin embrago, la heterogeneidad del movimiento deja una sola cosa en claro: que la persona contra la que pelean es el presidente francés Emmanuel Macron.

Los “chalecos amarillos aparecieron en escena el 17 de noviembre pasado, sin sindicato o partido político que los conduzca y con una única característica visible, la prenda fosforescente que utilizan todos los automovilistas en Francia en caso de algún accidente en ruta para tener mayor visibilidad.

Salieron a las calles de a cientos de miles, sin organización u organizador aparente, para protestar contra el aumento de los carburantes que impuso el gobierno francés, al que caracterizaron como excesivo e injusto. Sin embargo, cuando Macrón anunció la suspensión de la medida no hubo paz social.

Con el paso de las semanas las manifestaciones cada vez más violentas paralizaron las calles francesas y sumó cada vez más apoyo de la ciudadanía, al punto de que algunas encuestas señalan que dos tercios de los franceses están de acuerdo con ellos.

Y lo más grave para el ejecutivo es que atrajo la atención de los medios de comunicación, de la comunidad internacional y dio aliento a los partidos de oposición más radicales, tanto de la “izquierda insumisa de Jean Luc Melenchon, como de la extrema derecha de Marine Le Pen, que se convirtieron en los portavoces no autorizados de los sublevados.

¿Qué reclaman?

Además de la baja del precio de los combustibles, piden que se restablezca el impuesto a los más ricos que fue derogado por el mismo presidente. Sin embargo, entre los manifestantes hay un espíritu de rebeldía que va mucho más allá de reclamos puntuales que, además, son muy heterogéneo. Hablan de baja de impuestos, aumento de salarios, freno a la inmigración o derogación de las leyes de reforma laboral, entre muchos otros temas. Lo que tienen en común, eso sí, es el repudio al gobierno de Macron y el reclamo de su renuncia.

¿Cuántos son?

Se calcula que el sábado 17 de noviembre, el día que -a través de las redes sociales- se convocó por primera vez a los “chalecos amarillos , participaron unas 300.000 personas en todo el país. El balance fue de dos muertos y más de 600 heridos.
Los siguientes sábados se movilizaron cerca de 100.000 personas, pero ya con epicentro en el centro de París y con miles de detenidos. En las semana, las manifestaciones son más esporádicas y constan fundamentalmente de bloqueos de rutas.

¿Indignados?

Los jóvenes indignados de España del denominado 15M en el 2011 se replicó en varios países europeos, incluso en Francia. 
Se trataba de profesionales y personas de clase media enojados por la falta de oportunidades en una Europa que comenzaba a relegarlos del “Estado de Bienestar , que en poco tiempo se canalizó políticamente (como en España con la agrupación Podemos).
Los chalecos amarillos son otra cosa. Aunque también se autoconvocaron a través de las redes sociales, son más bien obreros que sienten la ausencia de Estado y de la clase política en sus barrios y en su vida personal. Los analistas no les auguran un futuro como movimiento, pero les otorgan el poder de dejar marca en la política francesa. 
La vuelta de timón que dio Macron en la última semana, anunciando aumento de salarios y bonos de fin de año, es una muestra de que la política ya no podrá ignorarlos.
 

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