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Las sequías que están arrasando Irak, promovidas por el cambio climático provocaron la baja del nivel del agua de la represa Mosul y dejaron al descubierto piezas de una ciudad perdida, perteneciente a la civilización helenística.

Se trata del descubrimiento de una necrópolis de más de 40 tumbas que pertenecen a un centro urbano que se formó tras la caída de los griegos. Este hallazgo revoluciona la antropología y de la historia.

¿Cómo fue el descubrimiento?

El hallazo hecho por investigadores kurdos consta de unas cuarenta tumbas de cerámica, ubicadas en la provincia de Duhok, distrito de Semel, a pocos kilómetros del pueblo de Khanke.

Según indicaron, se trata de un tipo y tamaño de tumba encontrado por primera vez. Además, los arquéologos también hallaron otros objetos de cerámicas y artefectos varios que datan de entre los años 323 a.C. y 31 a.C.

"Descubrimios una ciudad principal junto a un cementerio", confirmó Bekas Brifkani, jefe del Departamento de Antigüedades y Patrimonio de Duhok. Según indicó, es posible que el agua haya ayudado a preservar las estructuras arqueológicas encontradas.

Si las piezas queda expuestas al sol, el viento y la intemperie es probable que comiencen a dañarse rápidamente. Por este motivo, aún trabajan más de una decena de personas para salvar el patrimonio.

Las piezas arqueológicas habían quedado sumergidas desde la década de los 80, cunado se contruyó la represa sobre el río Tigris. La represa almacena más de 11.000 metro cúbicos. Más de 80 aldeas se hundieron cuando se puso en funcionamiento.

La cosntrucción de la represa Mosul en 1986, "un gran número de yacimientos arqueológicos quedaron sumergidos", dijo Brifkani. "Hemos estado monitoreando los niveles de agua desde 2018, cuando la primera gran caída dejó al descubierto restos antiguos. Este nuevo descubrimiento continúa esa labor".

Con cada retirada del agua, el pasado vuelve a emerger

En 2023, una antigua aldea yazidí (ezidí) salió a la luz tras haber estado sumergida durante casi cuarenta años. A comienzos de este año, un edificio escolar perdido en Khanke también emergió de las aguas.

Más recientemente, a orillas del río Tigris, se descubrió una tumba yazidí de 1961. Cada hallazgo es un fragmento de historia que el río devuelve, recordándonos el papel de Irak como cuna de civilizaciones.

Mientras tanto, arqueólogos kurdos continúan sus excavaciones, documentando lo que el agua ocultó durante décadas. El flujo y reflujo del Tigris sigue revelando vestigios que parecían perdidos, en una danza constante entre el presente y el pasado.

La presa de Mosul, epicentro de estos descubrimientos, sigue siendo un recurso vital para Irak: genera cerca de 580 megavatios diarios de energía hidroeléctrica y abastece de agua a millones de personas.

Pero los hallazgos arqueológicos plantean cómo equilibrar el desarrollo de infraestructuras con la sostenibilidad ambiental y la preservación cultural.