La historia muestra que el concepto de comer fuera de casa tiene raíces antiguas. En el Imperio Romano existían las thermopolia, espacios donde se vendían platos calientes listos para consumir.
Eran comunes entre quienes no podían cocinar en casa. También había tabernas que ofrecían pan, vino y comidas simples.
Con el tiempo, aparecieron posadas y mesones que sumaban alojamiento y comida. Estos lugares fueron el puente hacia lo que hoy conocemos como restaurante.
Madrid y París, dos ciudades en la disputa
En España, la Casa Botín, fundada en 1725, figura en el Libro Guinness como el restaurante más antiguo en funcionamiento.
Ubicada en la calle Cuchilleros, cerca de la Plaza Mayor, mantiene la tradición castellana y se convirtió en un ícono mundial por su continuidad y cocina clásica.
París también reclama protagonismo. Allí surgieron locales como La Tour d’Argent, con orígenes en 1582, y propuestas innovadoras impulsadas por Mathurin Roze de Chantoiseau.
Su idea de mesas individuales y carta variada rompió con el esquema de los grandes mesones y sentó las bases del servicio moderno.
¿Cómo nació el concepto actual?
La palabra “restaurante” viene del francés restaurant y se popularizó en 1765. El mesonero Boulanger usó la frase: “Venid a mí todos los de estómago cansado que yo os lo restauraré”.
La Revolución Francesa aceleró la expansión: cocineros que trabajaban para la nobleza abrieron sus propios locales, creando espacios refinados con servicio personalizado.
Autores como Antoine Beauvilliers y Brillat-Savarin definieron reglas que siguen vigentes: buena cocina, trato amable, ambiente cuidado y bodega selecta. Así nació el modelo que hoy domina la gastronomía global.
Un legado que sigue vivo
El debate sobre cuál fue el primer restaurante continúa, pero dos hechos son indiscutibles: Casa Botín sigue abierta desde 1725 y los establecimientos parisinos aportaron el diseño del servicio y la carta. Juntos dieron forma al concepto que hoy encontramos en Buenos Aires y en cualquier gran ciudad.