Cualquiera que deposite un cheque en un banco estadounidense dispara un proceso sorprendentemente eficiente y barato que compensa los cheques y transfiere el dinero. Cada trozo de papel se procesa, empaqueta y envía, por camión o avión, a los establecimientos que manejan dichas operaciones. Este viaje tiene un costo de un centavo por cheque.
Pero ¿qué ocurre cuando los caminos están bloqueados y el trafico aéreo detenido, como ocurrió durante los días posteriores al 11 de septiembre? Mitch Christensen, vicepresidente ejecutivo del estrategias de pagos en Wells Fargo, afirmó que antes el banco confiaba tanto en el transporte que, después de los atentados, quedó prácticamente paralizado.
El año pasado en Estados Unidos se promulgó la ley Check 21, –abreviatura de Check Clearing for the 21st Century (Ley de Cheques para el S.XXI) y que entra en vigencia el 28 de octubre de 2004. Esta legislación obliga a los bancos a estar en condiciones de recibir una imagen electrónica de un cheque, imprimirla y procesar la copia impresa como si fuera el original.
Esta ley también coloca a EE.UU. más cerca de los procesos de otros países como Gran Bretaña y México. En Inglaterra, por ejemplo, HSBC introdujo máquinas en ciertas sucursales que usan tecnología de imágenes para dar comienzo al proceso de compensación de cheques. El cliente inserta un cheque en la máquina, que lo escanea y luego verifica los datos con el cliente.
La ley Check 21 recalca los esfuerzos que hacen los bancos no sólo para mejorar la tecnología empleada para conocer a sus clientes, sino también para ayudarlos a convivir con las nuevas normas de seguridad impuestas por el gobierno como parte de la guerra contra el terrorismo.
La legislación permite convertir el cheque original en una representación digital que puede trasladarse electrónicamente. Eso permitirá a los bancos procesar la información de los cheques por redes electrónicas y entregar una copia aceptable de los mismos a aquellos bancos que quieran recibirlos en forma de papel.
Con frecuencia se menciona a Hong Kong como ejemplo del éxito del proceso. Pero Wells Fargo también estudió los esfuerzos de Noruega, Suecia, Finlandia y Australia.
Los expertos del sector sostienen que el sistema funciona mejor cuando el país tiene pocas instituciones financieras. Es difícil en Estados Unidos, afirma Christensen, donde hay miles de esas entidades.
En cuanto a los costos, el vicepresidente de prácticas bancarias globales en Unisys, Gary Cawthorne, sostiene que los bancos que fueron haciendo inversiones en tecnología de imágenes no han incurrido en gastos excesivos. Una entidad con 500 sucursales quizás haya gastado entre u$s 5 y u$s 20 millones, afirma. Pero para las entidades que no hicieron actualizaciones graduales, el costo puede ascender a u$s 100 millones.