A la fuerte escalada del precio de petróleo en 2005 no le falta nada. En efecto, al exceso de demanda, los problemas de refinación y los riegos geopolíticos se le suma ahora un nuevo factor: el climatológico. A fines de agosto, y luego del devastador huracán Katrina, los precios del crudo alcanzaron niveles récord de u$s 70 el barril vis a vis un valor de u$s 43,60 a fin de 2004.

Si bien todavía estamos lejos de los niveles alcanzados en términos reales durante el período postrevolución iraní de 1979, analistas y consumidores muestran signos de preocupación ante una escalada que amenaza con desestabilizar los mercados internacionales. Para entender este fenomenal aumento del 60% en el precio del barril en lo que va del año, se hace necesario precisar las causas que han generado este incremento.

Al respecto, desde el punto de vista macroeconómico la actual crisis, a diferencia de las anteriores, ha sido generada no por un exceso de oferta sino de demanda. En efecto, el ritmo de crecimiento de esta última, desde 2003, es 2,5 veces superior al de la década pasada. Sin duda los actuales precios reflejan la solidez de la demanda global, especialmente de EE.UU., China e India. Sobre el particular, cabe recordar que, en la actualidad, el petróleo es un mercado del orden de los 82,5 millones de barriles por día (mbd) el cual enfrenta un vertiginoso crecimiento de la demanda con una capacidad ociosa para el corto plazo de sólo 1,5 mbd, provenientes mayormente de Arabia Saudita.

Otros motivos

Otra causa de la actual crisis se encuentra en la capacidad de refinamiento. El mundo tiene suficiente crudo pesado, pero la mayoría de las refinerías no están equipadas para manejar este tipo de petróleo que contiene un alto grado de sulfuro. Esto ha desatado una guerra de ofertas por crudos livianos entre los refinadores. Para peor, en los últimos 30 años, no se ha construido ninguna planta refinadora de magnitud ni en Europa ni en los EE.UU.

El tercer problema, siempre presente en mayor o menor medida, se refiere a los riesgos políticos imperantes en algunos de los más importantes países productores. En la actualidad, las principales preocupaciones están centradas en los bloqueos y sabotajes a yacimientos en Irak, los enfrentamientos étnicos en Nigeria y la merma en la producción de Rusia.

Y por último “lo que le faltaba : a un mercado, que ya tenía bastante con lo descripto anteriormente, se le suma ahora la aparición de tormentas tropicales en el golfo de México. En efecto, desde esta zona ingresa el 60% del crudo importado por EE.UU., se refina el 15% del total y se producen 1,5 mbd. Si tenemos en cuenta que EE.UU. consume, aproximadamente, 22 mbd (25% de la producción mundial) podemos entender entonces el impacto de los huracanes sobre el precio internacional.

Del análisis anterior surge que la situación actual no presenta un panorama alentador. Sin embargo, a diferencia de las anteriores crisis, la economía mundial no presenta signos de una brusca desaceleración. En las principales economías del globo, los indicadores de consumo se mantienen firmes y la inflación está contenida en niveles razonables. Gracias a los aumentos en la productividad, los avances tecnológicos y la globalización, los empresarios han podido absorber adecuadamente los aumentos en el precio del petróleo. En EE.UU., por ejemplo, la cantidad de crudo necesaria hace dos décadas para fabricar una unidad de producto se ha reducido, en la actualidad, a casi la mitad.

¿Por qué, entonces, tanta preocupación con el petróleo? La causa principal de este fenómeno debe hallarse en que la situación actual está comenzando a erosionar la confianza de consumidores e inversores, los cuales nunca han convivido con precios tan altos. Los primeros los perciben, básicamente, cuando llenan el tanque en el surtidor: un norteamericano que a fines de 2001 pagaba un galón (3,8 litros) de nafta regular a u$s 1,10, debe pagar ahora u$s 2,60. En lo que hace a los inversores, en un reciente sondeo encarado por Gallup para el mercado estadounidense, los mismos manifestaron que su mayor preocupación era el precio de la energía, quedando atrás la guerra de Irak, el terrorismo y los déficit presupuestarios y de balanza de pagos. En tanto y en cuanto los factores mencionados anteriormente no se vayan mitigando es claro que, en el corto plazo, los precios del petróleo estarán sujetos a altos niveles de volatilidad. Tanto consumidores como inversores tendrán que acostumbrarse a vivir con esta situación. El impacto de esta volatilidad sobre los índices de confianza y los gastos de los consumidores definirá, ciertamente, la evolución de los mercados financieros en el corto plazo.