Se cumplen cinco años del inicio de la construcción de la planta para producir pasta celulosa Botnia. La empresa, de capitales fineses empezó a producir en septiembre de 2007. Después de un largo proceso judicial el Tribunal de la Haya va a dictaminar sobre el diferendo entre Argentina y Uruguay. Más allá de la cuestión de fondo, la política hace rato que perdió la partida.

La relación política entre Argentina y Uruguay pasó desde mediados de los ‘80 -y con la restauración democrática- por diferentes estadios, pero nunca perdió el rumbo. El camino de la integración y de la resolución de las discrepancias a través de la diplomacia nunca dejó de ser el horizonte.

Para los argentinos los últimos cinco años en materia de integración binacional dejan un sabor similar que en materia de desarrollo interior: se dejó pasar otra oportunidad, mientras hasta hace algunos años el debate era sobre financiamiento para obras de integración, nuevos puentes y proyectos de desarrollo conjunto. Desde hace un par de años esperamos que el Tribunal de la Haya no sólo emita un fallo que sin dudas no solucionará el diferendo, sino que además confirma un retroceso sin parangón en un proceso de integración que debió haber continuado el paso firme de los últimos veinte años.

Más allá del efecto del dictamen, y de las evidentes consecuencias medioambientales que tiene el funcionamiento de la planta hay algunas cuestiones que deben formar parte del análisis:

a) Los dos países se mostraron incapaces de resolver el inconveniente a través del diálogo bilateral, y en diversas oportunidades sus gobiernos priorizaron el efecto que tendría al interior de sus pueblos una postura dura,

b) La integración regional no permitió contener la resolución del inconveniente al interior del Mercosur o incluso la región latinoamericana, es imperioso darnos el debate acerca de si no es el momento de jerarquizar el Mercosur para inconvenientes de esta naturaleza, especialmente si afectan áreas que ganan espacio en los foros diplomáticos a futuro como el medio ambiente.

c) Ningún desacuerdo sobre la cuestión de Botnia en particular puede significar un quiebre en un camino de reunión entre Argentina y Uruguay durante el siglo XXI. Una historia común y un destino de desarrollo conjunto tendrán en el conflicto por las pasteras sólo un hito intermedio.