Los bancos de inversión pagan el bonus en enero y se preparan para la habitual marcha de los empleados que buscan nuevas metas. Ninguna firma de Wall Street se libra.
Este año, Morgan Stanley es objeto de todas las miradas tras la lucha de poder que sufrió el año pasado y que provocó la partida de Philip Purcell y la incorporación de John Mack como presidente y CEO.
Mientras Mack hace planes para revitalizar Morgan Stanley, la competencia tienta a sus profesionales que no quieren comprobar si el nuevo número uno tendrá éxito. Algunos de los cazatalentos son antiguos directivos del banco de inversión.
Hace unos días, Joe Perella, ex vicepresidente, se llevó a Jon Anda, antiguo director adjunto de mercados de capitales, para su nuevo banco de inversión. Vikram Pandit, que dirigió la división de bonos institucionales, y John Havens, ex responsable de renta variable, también están contratando gente para Old Lane, empresa de inversión en distintos activos.
El equipo directivo de Mack no se muestra preocupado e insiste en que la rotación de empleados en la firma no es mayor que en otras simplemente se trata de profesionales más destacados y considera que no pone en entredicho la solidez del conjunto de empleados. No obstante, la fuga refleja que, aunque Morgan Stanley tiene la moral más alta y los resultados han mejorado, gran parte de los problemas que existían en la época de Purcell aún persisten.
Mack cumplirá en cinco meses un año en su actual cargo y en los cinco primeros meses no tardó en asegurar a los empleados y a los inversores que duplicaría los ingresos en cinco ejercicios.