El riesgo inmediato es, por supuesto, que la nave espacial sufra un accidente. Según Burton Rutan, diseñador de SpaceShipOne, no hay forma de garantizar que los vuelos turísticos espaciales sean tan seguros como cruzar el Atlántico con un Boeing 747. Pero son más seguros que volar con la NASA, la agencia espacial estadounidense.

El peligro menos obvio es que la salud del pasajero se vea afectada por las fuerzas gravitacionales cuando la nave acelera, o por los niveles de radiación que son notablemente superiores a los de la Tierra y la ingravidez.

En los vuelos suborbitales cortos, los riesgos relacionados con la salud son tolerables. Pero en travesías más largas o si se habilitan hoteles espaciales, podría dañarse el sistema inmunológico, debilitarse los huesos y surgir trastornos psicológicos.