

Tanto el presidente Néstor Kirchner como la ministra Felisa Miceli se encuentran por estas horas evaluando con detenimiento el sistema de acuerdo de precios que aplica Francia. La idea es que el mecanismo que se lance en la Argentina a principios del mes próximo replique el modelo galo, aunque con algunas modificaciones, para adaptarlo a las características propias de la cadena de comercialización local.
El Cronista tuvo acceso exclusivo a varios documentos sobre el sistema de acuerdos de precios con empresarios, sindicatos y otros sectores que rige en el país europeo. Se trata de informes que están siendo evaluados tanto por la Jefatura de Gabinete como por técnicos del Ministerio de Economía.
El modelo francés persigue tres objetivos: transparentar los precios a lo largo de la cadena de comercialización de cada producto, acotar la inflación a un rango moderado, y reactivar la demanda interna vía un mayor consumo. El arma clave para lograr ello son acuerdos plurianuales de precios que negocia el Gobierno en una mesa redonda con grandes supermercados, productores, distribuidores y asociaciones de consumidores.
El puntapié inicial del plan francés se dio en 1996 con la Ley Galland, que reguló las relaciones entre productores y distribuidores de los productos de consumo masivo. La norma se mantuvo sin mayores cambios hasta junio de 2004, cuando el entonces ministro de Economía de ese país, Nicolás Sarkozy (actual ministro del Interior) llamó a distintos sectores a una concertación para bajar los precios 3% hasta comienzos de 2005.
Sarkozy logró que las grandes cadenas de supermercados (Carrefour, Leclerc y Auchan) firmaran el pacto, al igual que la cámara que agrupa a los principales productores de bienes de consumo masivo (Danone, Nestlé, Procter & Gamble, Unilever y Gillete, entre otros) y los sindicatos agrícolas. Además, se creó un órgano estatal que fiscaliza el cumplimiento de los convenios y un índice de precios de productos de consumo masivo (PGC, en francés) para realizar un monitoreo permanente. También se ideó un sistema de premios y castigos, que incluye hasta multas comerciales y penales.
El principal objetivo del plan Sarkozy era hacer bajar los precios en los supermercados y centros de consumo masivo, tomando en cuenta una canasta de 8.000 productos básicos. Para ello, el Gobierno francés atacó lo que consideraba era el principal foco de aumentos de precios: los márgenes de ganancias entre los productores y los distribuidores.
Los resultados hasta el momento son alentadores: del 2,3% que registró en 2004 la inflación en Francia, ese número se redujo al 2,1% en 2005. En particular, los precios de las grandes cadenas cayeron 2,6% y los de supermercados de segundas marcas lo hicieron en 1,8%. Así, Francia se convirtió en uno de los países con menor inflación de la zona euro.
La semana pasada la denominada Ley Dutreil (por Renaud Dutreil, actual ministro de Comercio francés) le puso fecha al inicio de las negociaciones entre productores y distribuidores para el acuerdo de precios sobre bienes de consumo masivo durante este año y el próximo. El objetivo es retomar el proyecto de Sarkozy y ampliar el horizonte para conseguir que entre junio 2004 y fines de 2007 se logre una rebaja del 5% en los precios de una amplia canasta de bienes y servicios. Los acuerdos deben ser firmados a más tardar el 15 de febrero próximo.
La Ley Dutreil en parte reforma la Ley Galland de 1996 y pone mayor énfasis en el combate a las prácticas abusivas de las grandes cadenas. La idea es atacar los márgenes excesivos entre productores y distribuidores. En particular, las sumas que pagan los productores a los distribuidores a cambio de ventajas de marketing al vender sus productos y otros acuerdos de cooperación comercial.
Estos márgenes se consideran a menudo un medio de evitar las disposiciones relacionadas con los regímenes de comercialización. A partir de enero de 2006 esos márgenes quedará limitados al 20% del precio unitario de cada producto. En la actualidad superan el 36%.
Ante esta situación, y por la dureza de la Ley Dutreil, varias cadenas anunciaron su intención de desarrollar marcas propias, para evitar la negociación con proveedores. Por caso, Carrefour informó que llevará de 8.000 a 10.000 el número de sus productos propios de aquí hasta el 2007.
Con la colaboración
de Graciela Rey










