

La historia de la reconstrucción de Zona Cero se ha caracterizado por una dolorosa prolongación en el tiempo y un indecoroso apuro.
Los diseños son un perfecto cero a la izquierda en cuanto a las soluciones que brindan a los problemas de construcción en el lugar con mayor perfil en todo el mundo.
Encajan holgadamente en el concepto original, de Daniel Libeskind, de crear un grupo de torres en espiral descendiendo en altura de norte a sur. Este intelectual europeo fue lenta y vergonzosamente desplazado del programa para favorecer al arquitecto de Larry Silverstein, David M. Childs del gigante Skidmore, Owings & Merril (SOM)
El posterior encargo a Foster & Partners, Richard Rogers Partnership (ambos de Gran Bretaña) y Fumihiko Maki (Japón), tres arquitectos que han combinado exitosamente el arte y el comercio, fue acertado, pero los tres egos produjeron torres individualistas que juntas no quedan bien.
Foster (Torre 2) empleó formas de diamante para los techos de inclinación pronunciada. Rogers (Torre 3) vuelve a los apuntalamientos diagonales que viene utilizando desde que diseñó el Centro Pompidou en París en la década de los setenta, mientras que Maki (Torre 4) cubre su bloque, el más logrado de los tres, con una delgada cortina de vidrio.
El conjunto rodea los huecos cuadrados que demarcan donde se encontraban las torres, que finalmente serán llenados con agua.
Sin embargo, la vista clave es el enfoque tomado desde el agua, desde donde se levantan las torres en un esfuerzo por reproducir el monumental poder y el visceral impacto de las Torres Gemelas, que estarán en la conciencia de todo el mundo y siguen proyectando su larga sombra media década después de su espantosa destrucción.










