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En la semana que termina, los bonos soberanos argentinos en dólares mostraron una tendencia mixta, pero con un claro ganador en términos de rendimiento los bonares.
Los títulos emitidos bajo ley local superaron a los regidos por la legislación extranjera, que, en promedio, registraron una suba semanal cercana al 2%, con avances moderados en toda la curva.
El Global 2030 (GD30) y el GD35 ganaron en torno al 1,4% y 1,8%, respectivamente, mientras que el GD41 lideró el grupo con un incremento de 2,9%.
La curva bajo ley extranjera mantuvo pendiente positiva, con rendimientos que se ubican entre 9,8% y 10,5% anual. Un claro reflejo de una percepción de riesgo todavía elevada, aunque estable.
Los Bonares, en cambio, mostraron un comportamiento más dinámico. Las subas semanales promediaron el 3% impulsadas por los tramos medios y largos de la curva.
El AL35 avanzó 3,2%, el AL38 trepó 3,8%, y el AL41 ganó 2,7%. Estos movimientos reflejan que los inversores comienzan a mostrar deseo por la deuda bajo ley local. No obstante, la diferencia de legislación —clave en momentos de alta incertidumbre— pierde relevancia en un entorno de mayor apetito por riesgo y expectativas de continuidad en la compresión de spreads.
El cambio no es menor. Durante buena parte del año, la preferencia por los bonos bajo ley extranjera fue casi un reflejo automático del mercado, en un escenario de cautela y búsqueda de cobertura ante cualquier ruido político o financiero. Sin embargo, el rally de las últimas semanas alteró ese equilibrio.
La expectativa de continuidad en el programa económico, el descenso del riesgo país y la perspectiva de reformas estructurales reavivaron el apetito por rendimiento y duration.
En esa lógica, los Bonares pasaron a ofrecer un punto intermedio entre riesgo y rentabilidad, con tasas que aún se mantienen por encima del 11% anual en los tramos cortos, y una curva que empieza a aplanarse por el ingreso de nuevos compradores.
Esto sucede en un contexto en el que el sentimiento del mercado es plenamente bullish, y el reposicionamiento hacia Bonares refleja una lectura más constructiva sobre la estabilidad macro y cambiaria. Si el escenario de normalización se consolida, la brecha de rendimientos entre ambas curvas debería continuar achicándose, dicen los expertos.
Juan Ignacio Alra, portfolio de One618, lo explicó a El Cronista de manera sencilla: “En contextos alcistas, el mercado paga duration y rendimiento y la diferencia de legislación pierde relevancia táctica. Si el ‘risk-on’ persiste, el flujo debería mantenerse en ley local, pero ante cualquier shock de gobernanza o ruido regulatorio, la rotación a Globales sería rápida”.
Nicolás Cappella, Sales Trader en Grupo IEB, también comentó algo al respecto. “Se comenzó a notar una mayor demanda por los Bonares frente a los Globales, dado que la diferencia de legislación, en un escenario claramente bullish, “pierde relevancia”, aseguró el estratega.
Y agregó que el sentimiento del mercado es marcadamente optimista, “y en este contexto los inversores priorizan rendimiento y duración por sobre la cobertura jurídica”.
¿Qué hay detrás del cambio de tendencia?
Pablo Repetto, jefe de Research de Aurum Valores, comentó en declaraciones a este medio que, en realidad, el spread de legislación entre Bonares y Globales se había ampliado en un contexto de mayor aversión al riesgo, “algo que en ese momento podía considerarse justificado”.
Sin embargo, cuando las condiciones de mercado tienden a normalizarse, esa diferencia debería prácticamente desaparecer o, al menos, reducirse a niveles mínimos.
Repetto marcó que hoy todavía existe un diferencial positivo —ya no tan amplio como semanas atrás—, pero incluso después de las elecciones se mantenía una brecha cercana al 8% entre ambos segmentos, “algo difícil de justificar”.
Bajo su visión, ese spread nunca tuvo demasiado sustento, salvo en momentos en que la brecha cambiaria entre el contado con liquidación y el MEP era muy amplia y “afectaba las cotizaciones”.
Para el experto, en las últimas reestructuraciones de deuda, tanto los bonos bajo ley local como los emitidos bajo ley extranjera fueron tratados de la misma manera, por lo que no debería existir una diferencia estructural tan marcada entre ambas curvas.
“Aun así, aunque la brecha se achicó, sigue vigente una ventaja relativa de los Bonares sobre los Globales”, agregó Repetto.
De cara al futuro -dice el experto de Aurum- el desempeño de esa compresión dependerá de cómo logre manejar el Gobierno la acumulación de reservas y la estabilidad del esquema cambiario.
“Ese es el gran talón de Aquiles del actual programa económico: mientras no se consolide un colchón de dólares que brinde protección ante shocks externos, internos o políticos, la convergencia plena entre ambas curvas seguirá condicionada por el riesgo macro”.
Diego Martínez Burzaco, Country Manager de Inviu agregó que quizás el apetito por los títulos bajo legislación local pueda estar justificado por dos factores.
“Por un lado, porque los Globales y los Bonares tuvieron una suba espectacular, y muchos inversores consideran que el proceso de compresión de spreads debería tomarse una pausa”, dijo.
En ese sentido, algunos inversores rotan hacia posiciones un poco más conservadoras, en busca de resguardar parte de la ganancia de capital obtenida, agregó Martínez Burzáco.
“El otro motivo puede estar vinculado al bono 2026, que próximamente realizará un pago de amortización de capital. Eso podría generar demanda de dólares a partir de ese flujo, lo que explica parte del reacomodamiento de carteras”, aseguró.
En definitiva, como bien explica Martínez Burzáco, todo depende del perfil del inversor. En líneas generales, se trata de una postura más defensiva y de corto plazo.
“Sin embargo, si el mercado sigue a la espera de una compresión adicional de spreads respecto de la ya observada, posicionarse en Globales o en algunos tramos medios de la curva se mantiene como una estrategia atractiva por el potencial de apreciación de capital que todavía ofrecen”, concluyó.
El sentimiento de mercado es, sin dudas, netamente bullish. La combinación de estabilidad cambiaria, mejora en la liquidez sistémica y expectativas de acceso futuro a financiamiento externo genera un marco en el que la búsqueda de rendimiento domina la escena.