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El clima económico y financiero invita a la prudencia. Y no solo en la Argentina, sino en todo el mundo. Dos claves para ponerse bajo el paraguas: por un lado, dolarizar la cartera de inversión especialmente en lo que hace al mediano y largo plazo; por el otro, diversificar los riesgos en busca de rendimientos positivos con la lupa puesta en la inflación de los Estados Unidos, superior al 8 por ciento anual.

No es un ejercicio fácil. Tampoco imposible. Los instrumentos más elegidos por los analistas son: títulos de deuda corporativa, es decir Obligaciones Negociables (ON) emitidos por empresas con buena calificación crediticia, algunos bonos provinciales, títulos nacionales (para ponerle un toque picante a la estrategia) y también CEDEARs de compañías estratégicamente elegidas, pertenecientes a sectores estables y que tienen política de distribución de dividendos.

Alejo Lerner, analista de PPI, remarca la buena performance de muchos títulos privados argentinos. "A pesar del difícil clima internacional, los bonos corporativos locales lograron sortear la avalancha bajista", postula y acompaña con algunos números: "En la primera parte de mayo el índice iShares Emerging Markets Corporate Bond Fund (CEMBIV) acumuló una caída de 2,1 por ciento y de más del 13 por ciento en 2022. Sin embargo, el universo de deuda corporativa local mostró un retorno total promedio de 5,8 por ciento en el año, siendo el sector bancario el más rentable con una ganancia de 7 por ciento, seguido por el de Oil & Gas que escaló 6,2 por ciento".

Desde el equipo de estrategia de PPI para carteras dolarizadas recomiendan en el contexto actual posiciones tanto en bonos corporativos como provinciales en dólares. "Para perfiles conservadores nos inclinamos por una ponderación de dos tercios en obligaciones negociables (ON) hard dollar y un tercio en bonos provinciales. Nuestra cartera prioriza títulos de emisores de buen crédito, instrumentos con liquidez aceptable y bonos emitidos bajo ley de New York", detalla Lerner.

Diego Martínez Burzaco, head de Research de Inviu, se inclina también por recomendar ONs. "La deuda corporativa tiene muy buena performance y aunque la rentabilidad bajó bastante (porque subió el precio y eso técnicamente baja la TIR) siguen siendo una alternativa interesante en este contexto".

Una de las limitantes que tiene la deuda corporativa es la barrera de entrada. Por un lado, muchas obligaciones negociables tienen mínimos de inversión de US$ 1000, lo cual deja fuera de competencia a los inversores más chicos, y por otro lado son instrumentos bastante ilíquidos. Es decir que en el mercado secundario, puede suceder que el inversor que quiere entrar no encuentra títulos disponibles para comprar y viceversa. Una estrategia a vencimiento es lo más recomendable en estos casos.

Para palear este problema una solución pueden ser los Fondos Comunes de Inversión (FCI) de deuda corporativa. Son instrumentos ideales para inversores conservadores y que no quieren hacer una gestión activa de su inversión. En los Fondos, justamente, la administración se delega en un portfolio manager. "En este caso de fondos de deuda corporativa -explica Martínez Burzaco- el inversor no va a recibir una renta por pago de cupones, sino que ese dinero es reinvertido en el fondo y el retorno lo verán en el aumento del valor del fondo".

Dentro de la deuda corporativa, claro, no todo es lo mismo y los especialistas coinciden en recomendar algunos puntos clave que el inversor debería tener en cuenta antes de invertir: la calificación de la empresa emisora; que sean, preferentemente, empresas que generan dólares con su actividad; que las ON sean Ley Nueva York (más que Ley local); que paguen en dólares cable (CCL). "Incorporamos en nuestras carteras las ON de Aeropuertos Argentina 2000 (tanto ON 2027 / 2031), Pampa Energía (ON 2027 / 2029), Transportadora de Gas del Sur (ON 2025) e YPF 2026 garantizada", enumera por su parte Martín Polo, estratega en jefe de Cohen Aliados Financieros.

Las ON sugeridas por PPI para armar una cartera de deuda corporativa incluye cinco títulos pertenecientes al sector de Oil & Gas, Generación Eléctrica y Telecomunicaciones. "Cada una tiene una participación del 20 por ciento otorgando un rendimiento nominal cercano al 10 por ciento con una duración de entre dos y tres años", explica Lerner. A la cartera la integran Compañía General de Combustible (CGCSA 2025), Telecom (TECOAR 2025) y Pan American Energy (PAE 2027) que cuentan con el beneficio de ser amortizables y tener cupones elevados de entre 8,50 por ciento y 10 por ciento.

A ese portfolio suma "YPFDAR 2026, un bono garantizado por flujo de exportaciones, amortizable, cuyo cupón sube de forma progresiva desde el 4 por ciento actual hasta 9 por ciento a partir de mayo 2023 y con un rendimiento atractivo aproximado de entre 13,5 por ciento y 14 por ciento. Por último, también sumamos la ON de Capex 2024 con amortización de tipo bullet y que posee un cupón de 6,875 por ciento".

Quienes se decidan por invertir en deuda corporativa deben "estar atentos a los cambios en las reglas de juego", advierte Martínez Burzaco y recuerda que desde mediados de 2020 el Banco Central les impidió a las empresas con ON vigentes acceder al Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) para hacerse de los dólares con los cuales repagar a los inversores. Las empresas más sólidas (y de ahí la importancia a la hora de seleccionarlas) tienen distintas estrategias para no defraudar al inversor, y generar alternativas de pago y/o canje de deuda atractivas.

Subir la apuesta

Para perfiles más agresivos, con tolerancia a la volatilidad para satisfacer deseos de ganancias mucho más jugosas son muchos los analistas que recomiendan incorporar porciones de deuda soberana argentina. ¿Cuánto? ¿Qué porcentaje? Eso dependerá de cuánto riesgo se quiera asumir teniendo en cuenta que los títulos públicos soberanos cotizan muy por debajo de la par, en torno a US$ 30 cada US$ 100, lo cual lleva las tasas internas de retorno (TIR) cerca del 30 por ciento.

Obviamente ese rendimiento está asociado a un alto riesgo de incumplimiento por parte del emisor (el Estado argentino) y posibles nuevas reestructuraciones. Para algunos, el premio bien vale el estrés.

En ese sentido, Lerner, de PPI, dice que para el caso de "clientes agresivos agregamos a nuestra cartera recomendada una exposición de 13,3 por ciento en bonos soberanos, siendo GD38 y GD35 nuestros preferidos, y reduciendo la ponderación de títulos de deuda privada para mejorar la TIR de la cartera".

Polo, de Cohen Aliados Financieros, resalta lo atractivo de los rendimientos soberanos no sin dejar, obviamente, de alertar sobre su elevado nivel de riesgo. "A la delicada situación local se le sumó un contexto internacional mucho más hostil ante el fuerte incremento que están teniendo las tasas de interés, especialmente para los peores rankeados", analiza antes de compartir su sugerencia de inversión para perfiles osados: "Para quienes quieren asumir volatilidad, dentro de la curva, pueden considerar los bonos de legislación extranjera como el GD38 y GD41 que tienen cupones corrientes de 1 por ciento y 1,25 por ciento que aumentan en forma considerable los años posteriores, o bien el GD35 que tienen un potencial mayor".

Para inversores abiertos a tomar más riesgo los bonos públicos tienen cupones muy atractivos. "Para empezar a tener pagos periódicos hay que buscar títulos del 2038 en adelante porque los del 2030 y 2035 por el momento tiene bajos cupones de interés", aporta Martínez Burzaco. "El riesgo es elevado porque las cuentas fiscales están muy deterioradas y hay mucha incertidumbre por delante", aclara el analista.

Otra alternativa para armar carteras en dólares pero bien diversificadas es sumar riesgo subsoberano, es decir emisiones de las provincias. Acá, igual que con las ON, la lupa debe estar sobre quién es el emisor. No todas las provincias tienen la misma calificación, ni la misma situación económica.

"Dentro de la curva de deuda provincial en dólares, nos parece que el contexto actual de precios de crudo elevados, el récord productivo en Vaca Muerta y el desendeudamiento progresivo ameritan una mayor ponderación de los bonos de Neuquén", explica Lerner, analista de PPI. "En este sentido -concreta- la cartera provincial recomendada está compuesta en un 35 por ciento por el bono de Neuquén 2030 sin regalías (TIDENEU) y en un 25 por ciento por el Neuquén 2030 garantizado (TICADE). También alocamos un 20 por ciento en Córdoba 2026 que se encuentra amortizando trimestralmente y el restante en CABA 2027 que comienza a abonar capital en 2025".

Polo señala en ese sentido que "los bonos subsoberanos de las provincias con mejor desempeño fiscal en los últimos dos años son una buena opción, dado que presentan elevados rendimientos. Tal es el caso de los títulos de Córdoba, Tierra del Fuego y Mendoza".

La pata variable

A una cartera dolarizada y que pretende lograr un flujo de fondos periódico, tiene sentido también sumar acciones de empresas extranjeras que pueden adquirirse localmente vía CEDEARs. "Se puede empezar a invertir en CEDEARs de baja volatilidad y que al mismo tiempo tengan una política de dividendos atractivos", propone Martínez Burzaco, para diversificar la estrategia. "Empresas del sector de salud como Pfizer, Glaxo, Johnson & Johnson cumplen, para nosotros, esos criterios de baja volatilidad y un dividendo anual que puede estar en torno al 3 y 4 por ciento", recomienda el ejecutivo de Inviu. Suma también a la lista empresas de consumo básico como Coca-Cola, con dividendos que también están en torno al 3 por ciento anual.

Los dividendos de los CEDEARs (aunque el activo se compre en pesos) se pagan en dólares y se acreditan en esa moneda en la cuenta comitente de cada inversor. Vale aclarar que las acciones extranjeras se operan en moneda local pero su precio está atado a la evolución del tipo de cambio de Contado con Liquidación (CCL), con lo cual le dan al inversor cobertura cambiaria. También pueden comprarse y venderse en dólares.

"Los CEDEARs son un buen vehículo para invertir en el mercado americano y al mismo tiempo cubrirse de un salto en la brecha cambiaria", avanza en ese sentido Polo. "Actualmente los mercados globales están siendo golpeados por el endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal (FED) y la inestabilidad que genera el alza de los precios de las commodities producto de la guerra en Ucrania. En este contexto, si bien las caídas son generalizadas, sugerimos los CEDEARs de energías (XLE) como también apuntar a empresas de sectores más defensivos como las empresas de utilities, materiales y consumo estable", dice Polo como primera recomendación general.

Si el objetivo, además de dolarizar la inversión es sumar instrumentos que generen ingresos periódicos, sus elegidos son: Exxon Mobil (4,5 por ciento), Coca-Cola (2,7 por ciento anual de dividendo), Johnson & Johnson (2,6 por ciento).

El texto original de esta nota fue publicado en el número 342 de la revista Apertura