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El cliente de un banco nacional mediano se dirige a su sucursal para hacer un depósito que debía realizar por un pago en dólares. Entre los billetes de u$s 100, había algunos que eran de cara chica, ante lo cual el cajero, le dijo, tajante, que esos no se los podía aceptar.
Ante la queja del cliente, que le explicó que eran de curso legal, y que el banco estaba obligado a aceptarlos, fue a hablar con el gerente de la sucursal.
Pero tampoco tuvo suerte, ya que el directivo le explicó que no los aceptan porque luego, cuando quieran entregarlos, los clientes se niegan a recibirlos, y ellos al no ser un banco de gran envergadura, no los exportan a los Estados Unidos, donde la Reserva Federal los cambia sin costo por los de cara grande.
La escena anterior ocurrió hace pocas semanas en la sucursal de un banco local, y se viene repitiendo cada vez más dentro del sistema financiero local.
Si bien el banco puede cambiar esos billetes, hacerlo le demanda diversos costos. Entre ellos figuran el avión hasta la Reserva Federal de los Estados Unidos, el seguro que debe pagar, la comisión del despachante de aduana, en algunos casos el costo de enviarlos desde el interior del país hasta la ciudad de Buenos Aires y, principalmente, el costo financiero de tener un dólar parado hasta juntar al menos u$s 1 millón para enviarlos.
Comisiones por aquí y por allá
En total, dentro de los bancos estiman que ese costo asciende a 2% e incluso puede llegar hasta el 3%, en caso de tener mucho tiempo los dólares parados.
Es prácticamente la misma comisión que le cobran a la gente, ya que en las cuevas lo descuentan al 1,5% o al 2%, depende el monto y el cliente en cuestión, mientras los arbolitos cobran el 3%, aunque por cantidad de más de u$s 1000 pueden bajarlo medio punto.
Como van a comisión, a mayor volumen de venta más comisión cobran, por eso es que desde u$s 1000 se logra mejor precio, no sólo en el trueque de billetes de cara grande por cara chica, sino también en la compra de venta de dólares.