El mercado argentino ya casi estaba sacando pecho. Después de nueve años en la "marginalidad bursátil" de los fronterizos, ayer era el día del retorno a emergentes. Casi podría decirse que una cuestión de ego para una plaza que venía sumida en un oscuro exilio financiero. Pero no pudo ser. Y con el ascenso ya descontado y más que incorporado en los precios, la corrección hoy no debería ser en absoluto piadosa.
MSCI, la empresa que elabora estos índices, argumentó básicamente que si bien las medidas recientes fueron en la dirección correcta, era prematuro aventurarse a promover a la Argentina teniendo en cuenta su historia pendular. La "irreversibilidad" de las reformas genera dudas (quizás con la sombra de los comicios legislativos en el horizonte) y fue la fuerza de ese argumento el que selló el destino de un mercado que ya parecía estar "adentro".
JPMorgan le aclaró anoche a sus clientes que a su entender la Argentina no sólo cumplía todos los requisitos para ser recategorizada sino que la corrección sería inevitable dada la decepción que genera esta demora. Pero también insistió en que se abre un punto de entrada interesante, lo que debería suavizar las caídas. El banco mantiene su recomendación de comprar.
Ballena fronteriza
De haberse concretado la promoción, la Argentina hubiera tenido un peso de 0,4% en el índice de mercados emergentes, inferior al que poseía antes del destierro (0,7%). Hubiéramos pasado a nadar en un océano de 830 acciones de 23 países, en el que sólo Egipto, Paquistán, República Checa, Hungría y Perú tendrían una capitalización inferior. Mano a mano con Colombia, pero lejos de Chile y Brasil, esa Argentina promovida casi que se hubiera perdido de vista en el poderoso cardumen emergente, que desde el inicio del rally en enero del 2016 ya aumentó su valor de mercado en u$s 4,5 billones y sube 17% sólo este año.
Por ahora, no obstante, seguiremos siendo por un tiempo una suerte de enorme ballena fronteriza, ya que con una participación del 18% en ese índice de mercados de aventura extrema (alto riesgo), sólo somos superados en ponderación por Kuwait.
"La Argentina sigue siendo una buena historia de largo plazo", aclaraba a El Cronista Geoffrey Dennis, Head of Global Emerging Markets Equity Strategy en UBS. Y repasaba: el mercado ya trepó 40% en dólares este año, contra 12,7% en el caso de los fronterizos y 16,3% en el de los emergentes. El salto desde principios de octubre, justo antes de las elecciones, fue de 87%. "Ya esto, sumado a los desafíos usuales de cualquier programa de reformas como el que está llevando adelante Macri, deja claramente espacio para que el mercado haga una pausa", comentaba.
Sobregiro de expectativas
Pero probablemente hoy pese más el desánimo que la sensatez de esa mirada de largo aliento. Es que el mercado estaba muy jugado. La exaltación de estos días previos había puesto en marcha proyecciones más que auspiciosas para el mercado doméstico.
El Global X MSCI Argentina ETF (ARGT), que se disparó 30% sólo este año, pasó de manejar u$s 10 millones antes del triunfo de Macri a casi u$s 180 millones. "Esto es apenas un microcosmos de lo que podríamos ver", decía el jefe de research del fondo.
Guilherme Paiva, chief equity strategist para América latina en Morgan Stanley, auguró que la capitalización de mercado del país podría más que duplicarse en los próximos cinco años, considerando nuevas emisiones y aumentos de precio. El banco también aseguró en su último informe que a raíz de esta recategorización, la tenencia extranjera de acciones argentinas podría crecer desde el actual 2% del PBI para acercarse al promedio emergente de 10%. Golman Sachs, en tanto, aseguró que el conjunto de potenciales inversores que ahora estarían en condiciones de operar acciones argentinas se multiplicaría por cinco.
Credit Suisse, por caso, comenzó a cubrir Argentina en su portfolio de acciones latinoamericanas en la víspera de la reclasificación con una recomendación de "sobreponderar" (overweight). Andrew Campbell, jefe de equity research, introducía en estos días una consideración interesante. "El impacto directo puede quedar concentrado sólo en las acciones listadas en Nueva York, sin flujos directos al mercado local, aunque vemos un potencial efecto derrame a la plaza doméstica dado el interés general que hoy existe en Argentina, la expectativa de que en adelante se incluyan también papeles con cotización local y la posibilidad de que valuaciones más altas para los ADR se traslade a sus pares locales".
A esta altura es un razonamiento que puede amortiguar el golpe de la decepción. Son dólares financieros que al menos por ahora, y aunque fuera a cuentagotas, no se sumarán a la presión descomunal que ya ejercen las colocaciones de deuda sobre el tipo de cambio. Nos "ahorramos" un flujo que reforzaría inversiones netas récord de cartera por más de u$s 2.500 millones en los últimos 12 meses.
Para la autoestima del mercado, no obstante, no parece suficiente. Tampoco sirvan quizás demasiado los consuelos. Pero las acciones de China que ayer fueron aceptadas en el mundo emergente habían sido rechazadas tres veces. Y Nigeria se salvó raspando de ser degradado al status de "standalone", un tipo de mercado aislado incluso de los propios fronterizos. Igual costará digerirlo.