Cuando la canciller alemana Angela Merkel anunció en febrero de 2011 que nombraba presidente del Bundesbank a su asesor económico Jens Weidmann, evidentemente fue una sorpresa para el establishment germano.
No sólo porque este hombre de 44 años con cara de nene ( es el presidente del banco central más joven de Alemania) no se ajustara a la imagen de sus predecesores. La verdadera preocupación era que, por ser muy cercano a la canciller, estaría menos dispuesto a defender la autonomía de la institución que encarna la disciplina monetaria de Alemania.
El diario de negocios Handelsblatt publicó una caricatura de una maternal Merkel acunando una muñeca con la cara de Weidmann en una caja rotulada Bundesbank. Y acompañó el dibujo con una editorial que advertía que el “Santo Grial” de la independencia del banco central estaba en peligro.
Dieciocho meses después, esa percepción ha cambiado. Lejos de ser un títere de la canciller, Weidmann se ha convertido en un crítico cada vez más ruidoso de los esfuerzos por contener la crisis de la eurozona, en su rol como uno de los principales miembros del consejo del Banco Central Europeo.
La semana pasada advirtió públicamente que el BCE podría excederse en su mandato. Criticó la idea de usar fondos de la entidad para comprar bonos soberanos en el mercado abierto, sólo días después de que Merkel parecía haber dado su venia para que Mario Draghi, el presidente del BCE, hiciera “lo que fuera necesario” para defender el euro y la eurozona.
El jueves, Weidmann fue una de las voces disidentes al último plan de Draghi, que abriría el camino para que el BCE retome la compra de bonos de países en dificultades que habían firmado en las condiciones impuestas por el fondo de rescate.
La pregunta es si el hombre de Merkel se ha convertido repentinamente en su “Thomas à Becket“ el lord canciller inglés del siglo XII nombrado Arzobispo de Canterbury por Enrique II para frenar el poder de la Iglesia y que luego se convirtió en su principal defensor.
“Devolvió al Bundesbank su antigua tradición”, dijo Thomas Mayer, asesor económico de Deutsche Bank.
Aunque Weidmann, de ademanes suaves, difícilmente se ajuste al modelo de enérgico defensor de la pura fe monetarista, ha influido en gran medida en la respuesta que la canciller dio a la crisis, recomendando involucrar al FMI en Grecia pese a la fuerte oposición del ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble.
Bert Rürup, jefe del Consejo de Asesores Económicos cuando Weidmann era secretario, una vez dijo de él que “había sido amamantado con política monetaria desde la cuna”. Y lo describió como un “negociador hábil y resistente al stress” oculto detrás de su encantadora sonrisa. Un ex embajador francés que negoció con Weidmann la propiedad del conglomerado aeroespacial EADS lo retrató como “un puño de hierro bajo un guante de terciopelo”.
“Siempre fue bastante duro, incluso cuando trabajaba con la canciller”, contó un antiguo conocedor del Bundesbank que asegura que ambos compartían la misma cautela. “Él fue el principal arquitecto del enfoque que aplicó ella”.
“Weidmann es muy querido por su staff. “Es muy correcto, agradable y abierto. Pero también tiene una gran agudeza intelectual y firmes principios que respaldan sus argumentos. Está convencido de que la independencia del banco central no vendrá con la dominación fiscal,” contó Mayer.
Mayer cree que el rol de Weidmann ayuda tanto a la canciller como a Draghi. “Ha logrado que el Bundesbank sea nuevamente la conciencia de la unión monetaria europea y el guardián de la herencia del marco alemán. Si no existiera, la gente estaría mucho más nerviosa (por la crisis en la eurozona),” aseguró.
Por eso la canciller Angela Merkel probablemente nunca se sienta tentada a pronunciar las palabras que se le atribuyen al Rey Enrique sobre Becket: “¿Acaso nadie puede librarme de este turbulento sacerdote?”
