Pese a que en 2017 la Reserva Federal subió varias veces las tasas de interés, a que la presión para reducir la producción petrolera hizo subir los precios y a que asumió un nuevo presidente norteamericano amenazando con iniciar guerras comerciales en todas direcciones, los mercados emergentes tuvieron mayormente un buen año.
El crecimiento fue sólido, la inflación estuvo más o menos bajo control y hasta algunos de los países con grandes cuentas corrientes son menos vulnerables. Las acciones, después de la volatilidad de los años anteriores, mantuvieron una alza sostenida.
Un mundo donde las acciones y los bonos son tratados como activos de riesgo genéricos no ayuda a los países preocupados ni tampoco a los inversores. Tras el anuncio de la posible reducción anticipada de las compras de bonos por parte de la Fed (lo que se conoce como taper tantrum) y la repentina liquidación en toda la clase de activo a principios de 2016, que no haya habido en 2017 una historia simple motivante para el grupo es un hecho positivo.
Por ejemplo, las autoridades monetarias de mercados emergentes no están en un ciclo sincronizado. Algunos bancos centrales latinoamericanos, dada la menor presión inflacionaria, recortaron tasas de interés. Otros en Europa central y oriental, y en el este de Asia, ajustaron la política monetaria. Las diversas posiciones de cada país son más importantes por el momento que las condiciones externas comunes.
Los habituales patrones en el que los mercados emergentes bailan al ritmo de la política monetaria de los países ricos son ahora mucho más débiles que antes, si ya no desaparecieron. Un ciclo de subas en la Fed tradicionalmente crea problemas a emergentes muy endeudados en dólares, sea público o privado, particularmente si sus monedas suben y bajan con el dólar.
Sin embargo, en esta ocasión el ritmo lento de las subas de tasas en EE.UU. implica que fueron absorbidas incluso por economías con grandes déficits comerciales con relativa facilidad. Además, si bien el dólar tuvo una buena racha a fines de 2016, desde entonces retrocedió. Eso redujo los problemas de competitividad para los emergentes. Y si bien subieron las tasas de corto plazo, los rendimientos de los Tesoros a largo plazo encontraron un tope en las expectativas de crecimiento lento e inflación baja.
Si los pesimistas en cuanto a la inflación y a los precios de los bonos norteamericanos tienen razón y hay una repentina suba de los rendimientos, los patrones tradicionales podrían reafirmarse con bastante rapidez. Sin embargo, hay menos economías vulnerables que antes. Incluso los "cinco países frágiles", que son India, Sudáfrica, Brasil, Turquía e Indonesia por depender de financiación externa, han disminuido sus déficits comerciales.
Otros posibles shocks incluyen la potencial guerra comercial de Trump y una pronunciada desaceleración en China. Si bien mientras la retórica del presidente norteamericano sobre los déficits sigue siendo pura espuma, cualquier acción probablemente esté más apuntada a productos en particular provenientes de determinados países, por ejemplo acero y aluminio de China.
La suerte de los mercados emergentes nunca puede estar totalmente divorciada del rumbo marcado por los países ricos y las políticas que fijan sus autoridades. Pero el destino de la mayoría de las economías grandes de ingresos medios por el momento está mayormente en sus propias manos.
