Setenta y seis días después de haber cortado todo lazo con el mundo exterior, la ciudad china donde nació el brote mundial de coronavirus levantó su prohibición oficial de viajar, poniendo fin a la mayor cuarentena masiva.
La "liberación" de Wuhan marca un avance importante del plan del presidente Xi Jinping apuntado a declarar pronto la victoria en la lucha contra el crisis, justo mientras los países occidentales se esfuerzan por contener el brote.
La administración ferroviaria esperaba que unas 55.000 personas abandonaran Wuhan. Pero para muchos de los 11 millones de residentes, el levantamiento formal de las restricciones de movimiento es sólo el comienzo de una larga recuperación para una ciudad en graves dificultades económicas y con una población que teme a un segundo brote.
Se observa mayor actividad en las calles de Wuhan, pero muchos negocios siguen cerrados. Varios barrios residenciales de la ciudad siguen cerrados, lo que impide la libre circulación.
Los residentes temen que cuando haya más gente circulando se propaguen los casos asintomáticos sin ser detectados. "No hay razón para sentir alivio", dijo Lucy Zhang, una académica de Wuhan. "La enfermedad está bajo control porque China asignó a Wuhan los recursos médicos de toda la nación. No podemos permitirnos una segunda oleada".
Wuhan fue cerrada al resto del país el 23 de enero. En los días siguientes, se bloquearon las ciudades y los pueblos de la provincia de Hubei. Se estima que 60 millones de personas quedaron aisladas.
Si bien la mayor parte de la provincia de Hubei reabrió el 25 de marzo, hasta ayer Wuhan no permitía que nadie saliera de la ciudad.
Su reconexión con el mundo es considerada en los medios de comunicación estatales como la prueba del éxito del sistema de China, mientras otros países como EE.UU., Italia y España luchan por controlar el brote.
