
La Oficina Estatal de Estadísticas de China hoy dará a conocer una de las cifras más ansiosamente esperadas de la macroeconomía moderna: el crecimiento que en el primer trimestre tuvo la economía que, según una medición, ya es más grande del mundo.
Es tal el barullo que provoca este dato que el 5 de marzo varios reporteros se aparecieron en el Gran Salón del Pueblo a las 2:30 de la mañana para conocer la meta de crecimiento anual fijado por el gobierno chino. Todo ese movimiento para enterarse de una cifra que mueve los mercados.
¿Qué deberíamos estar observando?
Un dato importante será el de las exportaciones netas. Normalmente, esa cifra tiene poco efecto sobre la expansión económica porque China necesita comprar materias primas para fabricar lo que luego vende al extranjero.
Gavekal Dragonomics estima que el año pasado un incremento interanual relativamente modesto en las exportaciones netas quitaron 0,3 puntos porcentuales al crecimiento general.
Pero el derrumbe de los precios de los commodities, en parte ocasionado por el menor crecimiento de China, redujo las importaciones de Beijing. Eso derivó en un superávit comercial mensual récord de u$s 60.000 millones en enero y febrero, y a un superávit de primer trimestre seis veces superior al mismo período del año pasado.
Este aumento de las exportaciones netas achatará la cifra de crecimiento chino en el primer trimestre, lo que hará que parezca que la demanda interna sea más sólida de lo que realmente es y sumará temores vinculados a la deflación.
Entonces, ¿está garantizado que habrá temores que haya deflación?
Los funcionarios del gobierno aseguran que no, que la inflación de sólo 1,4% nivel muy inferior a la meta de 3% es el reflejo de la caída de los precios de los commodities en el exterior y las abundantes cosechas en el país. Los alimentos representan más de una tercera parte del índice de precios al consumidor chino.
Pero la preocupación claramente persiste. El banco central de China recortó las tasas de interés de referencia dos veces en los últimos cuatro meses y redujo los requisitos de reserva que deben cumplir los bancos comerciales.
¿La "nueva normalidad" implica crecimiento lento más deflación?
Posiblemente. Los funcionarios confían en que esas medidas ayuden a mantener el crecimiento en la denominada "nueva normalidad" de 7%. Pero a otros economistas les inquieta que se dé un escenario donde la economía continúe su lenta pero constante desaceleración a pesar de los repetidos recortes de las tasas de interés.
El Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, proyecta que la economía de China crecerá 6,8% este año y 6,5% en 2016. Esta última cifra potencialmente sería inferior a la de India por primera vez en décadas.
Si a todo eso se suman las alzas de las tasas de la Reserva Federal, ¿tendremos una receta para la fuga de capitales?
En el pasado, un escenario similar llevó a China a ocasionalmente sostener el yuan en un nivel que muchos economistas sentían que implicaba que la moneda estaba subvaluada, para consternación de EE.UU.
Por ahora, China está más concentrado en respaldar su moneda. A través de topes diarios para las negociaciones cambiarias y otras salvaguardas, China se armó en torno a su moneda administrada; el banco central se ha esforzado por detener el descenso del yuan contra el dólar estadounidense en los últimos meses.
Eso, aseguran los funcionarios chinos, refleja más la solidez del dólar que cualquier otra política deliberada de Beijing.
Los funcionarios sostienen que preferirían mantener el tipo de cambio estable, dando lugar a un entorno en el que "sobreviva el más apto", donde únicamente prosperen las economías más innovadoras, creando puestos de trabajo e impulsando la economía. Si se hiciera realidad, esa visión sería mejor que cualquier estímulo por parte del estado.











