Córrete a un lado Bill Gross. Fuera de acá Jeffrey Gundlach. Hay un nuevo rey de los bonos en la ciudad. Hubo muchos aspirantes a la corona que alguna vez perteneció al fundador de Pimco. Pero sin duda el nuevo monarca del mercado de bonos es Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal.

Encabezados por la Fed, los bancos centrales asignaron u$s 17 billones a combatir la devastación económica causada por el Covid-19, según estimaciones de JPMorgan Asset Management. La cifra eclipsa incluso la escala de medidas tomadas durante la crisis financiera de 2008-09.Dada la agresiva intervención, algunos inversores opinan que en la práctica los bancos centrales nacionalizaron el mercado de bonos, temor que Powell intentó disipar en el Congreso. "No queremos atravesar el mercado de bonos como un elefante ni apagar las señales de precios", declaró.

Pero independientemente de lo que diga, el elefante de la Fed estuvo bailando tap en todos los mercados. La semana pasada, el rendimiento promedio de los bonos corporativos estadounidenses de grado de inversión llegó a su piso histórico, mientras muchas empresas sufren el desplome de sus ingresos.

El plan de la Fed de comprar u$s 250.000 millones de deuda corporativa es casi tan generoso como el famoso Total Return Fund de Gross en su pico de 2013. La hoja de balance del banco central de EE.UU. creció en casi u$s 2 billones desde marzo, más que todos los activos bajo administración de Pimco.

Esa enormidad refleja la magnitud de la crisis del coronavirus. Pero también es emblemático de un cambio en el sistema financiero, que es profundo y cuyas consecuencias ahora empezamos a notar.

Desde su aparición en el Renacimiento, los bancos han sido los principales prestamistas para personas, empresas y países de todo el mundo. El mercado de bonos ahora representa más de la mitad de toda la deuda global, según el Banco de Pagos Internacionales. La magia de la securitización permite que prácticamente cualquier préstamo se pueda empaquetar en un bono y vender a los inversores.

Esta es una tendencia que no muestra señales de desaceleración. Y mayormente es saludable. Los mercados de capitales son, en muchos aspectos, un mejor depósito para el riesgo financiero que cualquier préstamo. En caso de problemas, no peligran los depositantes ni el funcionamiento del sistema de pagos aún dominado por los bancos. Pero también tiene importantes implicancias en la política monetaria, especialmente en tiempos de crisis.

Los bancos centrales se crearon originalmente para respaldar a las entidades de préstamos comerciales y luego comenzaron a regular el nivel de actividad económica controlando el precio del financiamiento. Pero frente a la creciente importancia del mercado de bonos, tuvo que incursionar mucho más en lo que antes eran consideradas áreas radicalmente poco ortodoxas.

Por supuesto que la Fed intervino en los mercados en crisis anteriores. Pero la escala era modesta comparado con este año. Aunque el Covid-19 ha sido un shock excepcionalmente abrupto y brutal, es probable que en futuras recesiones también veamos otras intervenciones fuertes en el mercado de bonos.

Como resultado, podría haber una mayor mirada política y más control regulatorio de varias partes de la industria de renta fija. Si los bancos tuvieron que aceptar restricciones más onerosas a cambio de su rescate en 2008, tiene sentido que los fondos de bonos, que ahora reciben un rescate indirecto, también queden sujetos a un mayor control. En lo inmediato, el próximo paso natural podría ser que la Fed siga el ejemplo del Banco de Japón instituyendo un "control de la curva de rendimiento", es decir fijar un objetivo o tope para los rendimientos del Tesoro a largo plazo y prometiendo comprar una cantidad ilimitada de títulos públicos de EE.UU. para mantenerlos allí.

Pase lo que pase a corto plazo, es probable que desde ahora el reinado de la Reserva Federal en el mercado de bonos sea aún más total y quizás permanente.

Traducción: Mariana Oriolo