Revolución financiera

Visa y Mastercard cambian para siempre: la nueva medida que afecta a todos los medios de pago de Europa

Esta nueva moneda digital viene a revolucionar el sistema de pagos en todo el continente.

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En España, enviar dinero instantáneamente desde el móvil es una práctica común, pero esta facilidad no está disponible en muchos países europeos. Esto evidencia un problema mayor: la dependencia de Europa de plataformas de pago extranjeras, como Visa y Mastercard, que controlan el 64% de las transacciones en el continente. 

Frente a este panorama, el Banco Central Europeo (BCE) impulsa el euro digital como una alternativa propia, segura y eficiente para revolucionar los pagos en toda la región. 

El proyecto del euro digital no solo busca modernizar los pagos, sino también romper la dependencia de los sistemas estadounidenses de pago. Piero Cipollone, responsable del proyecto en el BCE, lo explicó con un ejemplo ilustrativo: "Compré un bocadillo europeo en un avión europeo y tuve que pagar con un método de pago no europeo". 

Este dominio de plataformas extranjeras ha despertado la necesidad de una infraestructura de pagos verdaderamente europea, creada para los europeos. De hecho, el BCE ha decidido que las licitaciones públicas relacionadas con el euro digital estarán abiertas únicamente a empresas de la Unión Europea. 

Esto garantiza que las tecnologías críticas de esta moneda digital permanezcan bajo control europeo, evitando influencias externas. Esta decisión contrasta con lo ocurrido en 2022, cuando la estadounidense Amazon fue seleccionada para desarrollar un prototipo del euro digital, generando protestas en el Parlamento Europeo.

¿Qué es el euro digital y por qué es necesario?

El euro digital sería un medio de pago electrónico gratuito, seguro y accesible para todos en la zona del euro. A diferencia de los sistemas actuales, que dependen en gran medida de Visa y Mastercard, este permitiría realizar pagos digitales en cualquier lugar de Europa, garantizando independencia y seguridad.

Su importancia radica en que actualmente, 13 de los 20 países que conforman la zona euro no cuentan con sistemas nacionales de pago y dependen casi exclusivamente de las plataformas estadounidenses para las transacciones con tarjeta. Esto no solo limita la autonomía financiera, sino que también plantea riesgos de seguridad y costos elevados para los consumidores.

Hace unos días, en la sede del Banco Central Europeo (BCE) en Frankfurt, se discutió sobre la utilidad de un euro digital en un contexto donde ya existe el euro físico. (Imagen: archivo)

Adiós a Visa y Mastercard: la meta del BCE en un contexto global

El objetivo principal del euro digital es crear un sistema de pago europeo que elimine la necesidad de utilizar tarjetas de crédito extranjeras. Esta medida no solo busca beneficiar a los ciudadanos, sino también a las empresas, al reducir las comisiones asociadas a las transacciones con Visa y Mastercard.

Según el BCE, el efectivo, aunque sigue siendo una opción, no es suficiente para satisfacer las necesidades de una economía cada vez más digitalizada. El euro digital, por tanto, sería el siguiente paso lógico para garantizar que Europa mantenga el control sobre su infraestructura financiera y ofrezca soluciones adaptadas a su realidad.

Europa no es la única región que avanza hacia la implementación de monedas digitales. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), las monedas digitales están transformando el panorama financiero global, especialmente en países emergentes. Marruecos, Bahréin, Georgia, Emiratos Árabes Unidos y Kazajistán están explorando activamente el uso de monedas digitales emitidas por sus bancos centrales para mejorar la inclusión financiera y la eficiencia de los pagos.

Sin embargo, la diferencia clave del euro digital radica en su propósito: garantizar la independencia financiera frente al duopolio de Visa y Mastercard, algo que ninguna otra región ha abordado con tanta claridad.

¿Cómo funcionaría el euro digital?El euro digital sería gestionado mediante un monedero electrónico, ya sea a través de bancos o intermediarios públicos, permitiendo pagos cotidianos en línea o en persona, incluso sin conexión a Internet. Esto incluye transferencias entre personas, compras en tiendas físicas y pagos en plataformas digitales, sin la necesidad de recurrir a servicios externos.

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