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El sistema de sucesiones en España reconoce el derecho a aceptar o rechazar una herencia. Aunque las herencias se suelen asociar a beneficios económicos, lo cierto es que puede incluir también deudas, litigios pendientes u obligaciones fiscales que no todos están dispuestos a asumir.

Ante esta situación, la legislación permite formalizar la renuncia a la herencia, una opción legal que utilizan muchas personas. Esta decisión no solo tiene implicaciones patrimoniales, sino también jurídicas y fiscales que deben gestionarse correctamente ante notario o, en su caso, en sede judicial.

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Qué significa rechazar una herencia en el marco legal español

Renunciar a una herencia, también llamado repudia o repudiación, es un acto mediante el cual una persona llamada a heredar decide no aceptar ningún derecho ni obligación de la sucesión. Quien renuncia deja de ser heredero desde el momento del fallecimiento del causante.

Evaluar el contenido de una herencia es esencial antes de decidir su aceptación o renuncia formal.(Fuente: Shutterstock)

La decisión debe expresarse formalmente, ya que no basta un documento privado ni un acuerdo verbal. En cuanto a lo legal, se trata de un acto irreversible que exige escritura pública ante notario o, en ciertos procesos, manifestación ante juez.

La renuncia implica que el interesado no adquiere ni los bienes ni las deudas del causante. En muchos casos, quienes optan por ella lo hacen porque las obligaciones superan el valor de los activos heredados.

Cómo y dónde tramitar la renuncia a una herencia

La formalización del rechazo debe hacerse preferiblemente ante notario, mediante escritura pública, en la que se expresará claramente la voluntad de no aceptar la herencia.

Si el ámbito sucesorio está sujeto a un procedimiento judicial (por ejemplo, en casos de herencia litigiosa), la renuncia puede plantearse en el juzgado correspondiente, incorporándose al proceso.

No es posible renunciar de forma parcial ni condicional. Esta alcanza la totalidad de los bienes, derechos y obligaciones que integran la herencia para ese heredero.

En cuanto a plazos, la normativa reciente propone un máximo de seis meses tras notificarse el fallecimiento para aceptar o renunciar la herencia, aunque esta regla figura en reformas proyectadas y puede variar según la comunidad autónoma.

Qué sucede tras la renuncia y quién se beneficia

Cuando una persona rechazó su parte de la herencia, esa porción se divide entre los otros herederos del mismo grado o aplicarse mecanismos de sustitución si el testamento lo prevé.

El testamento define quién hereda, pero también abre la posibilidad de renunciar si existen cargas o deudas.(Fuente: Shutterstock)

Si existe un testamento, podría contemplarse un sustituto legal que asuma la parte del heredero renunciante. Si no, se recurre a las reglas de la sucesión legítima para determinar quién hereda esa cuota. Si todos los herederos renuncian, la herencia se considera vacante y pasa al Estado o a la administración autonómica correspondiente.

En cuanto a obligaciones fiscales, la renuncia exime al renunciante de pagar el Impuesto de Sucesiones, puesto que nunca adquiere el derecho a recibir la herencia.