

En las últimas décadas, el mundo ha sido testigo de un aumento sostenido de conflictos armados, tensiones diplomáticas y carreras armamentistas. Especialistas en relaciones internacionales y analistas militares advierten que los ingredientes para una Tercera Guerra Mundial ya están sobre la mesa.
"No es alarmista pensar en un escenario bélico global", aseguró el historiador militar británico Antony Beevor, quien remarcó que la combinación de focos activos y rivalidades entre potencias podría derivar en una guerra de gran escala.
Aunque muchos suelen creer que bajo el mandato de Donald Trump Estados Unidos sería el territorio más predispuesto a abrir un conflicto, actualmente, existen otras tres zonas del planeta donde los enfrentamientos podrían escalar rápidamente: Ucrania, Oriente Medio y Taiwán. En estos escenarios se concentran intereses estratégicos de las mayores potencias y cualquier error de cálculo podría desatar una reacción en cadena.
Si bien las guerras mundiales del siglo XX marcaron un antes y un después en la historia de la humanidad, hoy vuelve a resonar una pregunta inquietante: ¿podría repetirse un conflicto de esa magnitud?

Ucrania, Oriente Medio y Taiwán: los focos más candentes del mundo
Uno de los focos más preocupantes es la guerra en Ucrania, que desde 2022 mantiene enfrentados a Rusia y a los países de Occidente. Aunque el conflicto aún no ha trascendido sus fronteras, los expertos temen que un ataque, ya sea intencionado o accidental, contra algún país miembro de la OTAN pueda desencadenar una respuesta directa y, con ello, un conflicto de dimensiones globales.
En Oriente Medio, la situación es igualmente delicada. El programa nuclear de Irán, las tensiones entre Israel y sus países vecinos, así como los enfrentamientos en Siria, Yemen y Líbano, configuran un escenario en el que "cualquier chispa puede encender una guerra regional de proporciones imprevisibles", advierten desde el Consejo de Seguridad de la ONU.
Por otro lado, la relación entre China y Taiwán también genera inquietud en la comunidad internacional. Beijing sostiene que la isla forma parte de su territorio y no descarta la posibilidad de una reunificación forzada. Un ataque a Taiwán podría conllevar una intervención directa de Estados Unidos, aliado histórico de la isla, lo que significaría un enfrentamiento directo entre dos potencias nucleares.

La competencia entre potencias y las crisis ocultas
Más allá de estos escenarios evidentes, existen tensiones estructurales que incrementan el riesgo de un conflicto bélico de gran magnitud. La competencia entre Estados Unidos, China y Rusia por la hegemonía global, las disputas por recursos naturales, como el agua y el petróleo, así como el debilitamiento de las instituciones multilaterales, son factores que intensifican la inestabilidad.
"Hoy cualquier incidente puede magnificarse rápidamente", alertó Beevor. Esta escalada podría no limitarse a los países tradicionalmente poderosos. Existen regiones como Áfica y América Latina donde las alianzas emergentes podrían desempeñar un papel inesperado en el contexto de una guerra global.
El papel crucial de los países en desarrollo en el futuro global
Aunque a menudo no reciben la atención mediática que merecen, varios países subdesarrollados han comenzado a establecer alianzas que podrían influir en un conflicto de gran escala internacional. Un ejemplo notable es la Alianza del Sahel, una coalición militar formada por Malí, Níger y Burkina Faso, creada para salvaguardar su soberanía ante amenazas externas.
Desde 2023, esta alianza ha evolucionado hacia una confederación política y económica con metas más ambiciosas. En el hipotético caso de una Tercera Guerra Mundial, se anticipa que estos países colaboren de manera conjunta. "La cooperación entre naciones pequeñas puede ser decisiva en conflictos de gran magnitud", comentó el historiador paraguayo Juan Carlos Herken Krauer, quien ha investigado alianzas similares en América Latina.
A pesar de la preocupante situación actual, los especialistas insisten en que aún hay oportunidad de evitar una escalada a nivel global. "La diplomacia debe seguir siendo prioritaria. Aún podemos prevenir una tragedia similar a las que definieron el siglo XX", afirmó Beevor.
No obstante, el tiempo se agota. Con cada nueva provocación, cada misil disparado o cada declaración incendiaria, el mundo se aproxima peligrosamente a un conflicto que podría alterar el curso de la historia. La paz, más que nunca, depende de decisiones acertadas y urgentes.















