La DGT cometió un grave error que se puede solucionar, pero tienen que pagar los usuarios: ¿cuánto cuesta?
Miles de conductores deberán pagar para corregir un error administrativo que nunca debería haber ocurrido.
La Dirección General de Tráfico (DGT) ha admitido un error significativo en la asignación de las etiquetas medioambientales de miles de vehículos. Este fallo, que afecta tanto a coches antiguos como a modelos más recientes, ha provocado una gran molestia entre los conductores, ya que impacta directamente en su capacidad para circular por las Zonas de Bajas Emisiones en ciudades como Madrid y Barcelona. La DGT permite ahora corregir este error, pero el coste del cambio recae en los propietarios.
Un error en la clasificación medioambiental
La DGT clasificó las etiquetas en función de la fecha de matriculación de los vehículos, en lugar de las emisiones reales de CO2 que estos producen. Este error provocó que coches con bajos niveles de contaminación recibieran una etiqueta errónea o incluso ninguna, mientras que otros modelos más contaminantes fueron beneficiados con etiquetas que no les correspondían.
La situación ha generado una gran controversia, ya que las etiquetas determinan si un vehículo puede circular en áreas restringidas por la contaminación.
Para corregir la situación, los propietarios deben solicitar un certificado de emisiones al fabricante del coche, lo que supone un coste de entre 100 y 150 euros. A esto se suma una tasa adicional de 8,50 euros que deben pagar a la DGT para reetiquetar el vehículo.
Aunque este trámite permite corregir el error, muchos conductores consideran injusto tener que asumir estos gastos, dado que el fallo provino de la administración.
Los criterios detrás de las etiquetas medioambientales
Desde su implementación, las etiquetas medioambientales han sido motivo de debate. La DGT las introdujo para clasificar los vehículos según su impacto ambiental y controlar el acceso a determinadas zonas de las ciudades.
Sin embargo, el criterio de clasificación basado en la fecha de matriculación en lugar de las emisiones reales ha sido muy criticado. Por ejemplo, vehículos con motores diésel antiguos, que son altamente contaminantes, han quedado fuera del sistema, mientras que otros con motores más eficientes han recibido etiquetas menos favorables.
La falta de un criterio riguroso ha generado confusión y frustración entre los conductores. Incluso ahora, con la opción de cambiar la etiqueta, muchos cuestionan si el sistema es realmente justo. Para algunos, no tiene sentido que ciertos coches con motores potentes y contaminantes reciban etiquetas más favorables, mientras que otros, más eficientes, sean penalizados.
La rectificación de la DGT y sus implicaciones
Aunque la DGT ha dado la opción de cambiar la etiqueta, el proceso no es sencillo ni económico. Los propietarios deben encargarse de todos los trámites, lo que incluye obtener el certificado de emisiones, pagar las tasas correspondientes y gestionar el reetiquetado. Este procedimiento ha provocado una gran sensación de injusticia, ya que el error fue responsabilidad de la administración pública, pero el coste recae en los ciudadanos.
Este error ha afectado la confianza en el sistema de etiquetado medioambiental de la DGT, que muchos consideran insuficiente para reflejar la realidad de las emisiones de los vehículos. Lo que debería haber sido una medida para promover una movilidad más limpia y eficiente se ha convertido en un problema burocrático que perjudica tanto a conductores como a la credibilidad de la DGT.