

En el árido desierto de Mojave, en el condado de Kern, California, se encuentra el pueblo "fantasma" de Saltdale. Lo que una vez fue un centro próspero de extracción de sal, hoy lucha por sobrevivir, consumido por el lago de sal que le dio vida y el paso del tiempo.
Con una población que apenas llega a los 30 habitantes, Saltdale es ahora considerado un pueblo invisible, olvidado por muchos y apenas recordado por unos pocos.
Fundado en 1914, Saltdale fue concebido como un pueblo comercial alrededor del Koehn Dry Lake, cuya sal era utilizada tanto a nivel local como nacional. En su época de esplendor, este pueblo fue una pieza clave en la industria salina de California y de Estados Unidos, pero hoy se enfrenta a su posible extinción debido a factores ambientales y económicos que desmoronaron su actividad.

La sal: de fuente de prosperidad a causa de su decadencia
En sus mejores tiempos, Saltdale fue un centro vital para la extracción de sal, y otros minerales como la yesita y la pumicita. Con el tiempo, la Southern Pacific construyó una moderna plataforma de carga en 1931, lo que impulsó el desarrollo del pueblo y permitió mejorar sus infraestructuras.
La actividad minera hizo de Saltdale un productor destacado de sal, abasteciendo a diversas industrias químicas y al comercio local. Sin embargo, a partir de la década de 1940, el panorama cambió drásticamente. Una sequía prolongada y la disminución de los recursos de sal en el Koehn Dry Lake llevaron a una reducción de la producción.
Para 1949, la planta apenas contaba con tres empleados; y en 1950, la oficina de correos cerró sus puertas, marcando el fin de una era de prosperidad. En lugar de avanzar hacia el futuro como una ciudad estable, Saltdale comenzó a declinar rápidamente.
La decadencia de un pueblo olvidado
A medida que los recursos se agotaban y las condiciones económicas empeoraban, las instalaciones de Saltdale comenzaron a deteriorarse. En la década de 1970, la planta de procesamiento cerró definitivamente, y el pueblo, sin actividad, sufrió el embate de la erosión salina que corroía sus estructuras. Los edificios se desmoronaron lentamente y las huellas de la industria quedaron sepultadas.
Hoy, lo único que queda de Saltdale son restos de cimentaciones, bloques de cemento y tramos de vías férreas que se adentran en el lago de sal. Aunque el pueblo ya no tiene una comunidad activa, sigue siendo un vestigio interesante de una época pasada, donde la sal no solo fue la base de su economía, sino también la causa de su desaparición.












