El pediatra Carlos González, referente en crianza en España, sostiene que obligar a los niños a pedir perdón no es la mejor estrategia educativa. Afirma que esta práctica, muy común entre familias, puede llevar a que los menores aprendan a mentir en lugar de asumir responsabilidades reales.
Desde su experiencia, González advierte que muchos niños no piden disculpas porque no consideran haber actuado mal o se sienten avergonzados. En estos casos, forzarlos solo agrava la situación. En su lugar, recomienda que los adultos den el ejemplo y muestren con acciones lo que esperan de sus hijos.
Pediatra Carlos González sobre las disculpas en los niños: por qué no debemos obligar a pedir perdón
Carlos González explica que muchos padres en España creen que hay que obligar a los niños a pedir perdón cuando hacen algo mal. El pediatra, señala que en numerosos casos los niños no sienten que hayan cometido una falta, sino que piensan que la culpa la tiene el otro.
Por ejemplo, si un niño empuja a un compañero que antes le quitó un juguete, no entiende por qué debe pedir perdón. Insistir en ello, según González, equivale a enseñar a mentir.
Además, el pediatra advierte que la vergüenza que sienten algunos niños les bloquea para pedir perdón. En estas situaciones, es fundamental que los padres comprendan que no deben presionar, ya que la vergüenza es un proceso emocional que hay que manejar con paciencia.
González también destaca la imposibilidad práctica de garantizar que un niño pida perdón, y propone que sean los adultos quienes den ejemplo pidiendo perdón ellos mismos, para que los niños aprendan observando.
Cómo la educación emocional y el ejemplo de los padres influyen en las disculpas en los niños
La gestión de las disculpas en los niños debe ir más allá de la imposición y centrarse en el respeto por sus sentimientos y su desarrollo emocional. González recomienda que los padres muestren con hechos y palabras cómo se resuelven los conflictos y cómo se pide perdón de manera sincera.
Este método facilita que los niños comprendan la importancia de las disculpas, y fortalece la confianza y la honestidad en la relación familiar. Así, la educación emocional se convierte en la base para que los niños aprendan a gestionar sus emociones y a relacionarse adecuadamente con los demás.