Las carnes procesadas como el chorizo o la morcilla forman parte del recetario tradicional y, durante décadas, han estado presentes en celebraciones, barbacoas o comidas familiares en todo el país. Su sabor intenso y su carácter festivo las han convertido en piezas clave de la cultura gastronómica.
Sin embargo, cada vez son más las voces del ámbito de la nutrición que advierten sobre la necesidad de moderar su consumo por motivos de salud.
El chorizo y la morcilla: mucha carne, mucho hierro
Según el dietista-nutricionista Luis A. Zamora, autor del libro El método Z para comer bien, las carnes que más hierro aportan son precisamente aquellas que se caracterizan por su tonalidad roja o por incluir sangre entre sus ingredientes.
Este es el caso del chorizo y la morcilla, dos embutidos emblemáticos de la cocina española que, aunque ricos en hierro, no deberían formar parte habitual de la dieta.
Zamora destaca que estos productos, al tratarse de carnes procesadas y con alto contenido graso, no son adecuados para un consumo frecuente. "No deben tener presencia semanal en nuestra alimentación", señala el especialista.
Esta advertencia cobra relevancia en un contexto en el que numerosas investigaciones vinculan la ingesta habitual de carnes rojas y procesadas con el desarrollo de diversas patologías.
Recomendaciones del nutricionista sobre el consumo de carne
Frente al modelo alimentario tradicional, que prioriza el consumo diario de productos cárnicos, Zamora propone una reconfiguración de los hábitos alimentarios.
Mientras que frutas y verduras cuentan con una recomendación mínima semanal, en el caso de la carne se establece un límite máximo. Y es que, como subraya el experto, no existe una necesidad nutricional que justifique un consumo constante de carne roja o embutidos.
El especialista propone limitar a entre una y dos raciones al mes el consumo de carnes como la morcilla o el chorizo. En su lugar, recomienda priorizar opciones más saludables como el pollo, el pavo o el conejo, cuya ingesta podría situarse entre tres y cuatro veces a la semana como máximo.