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Durante décadas, la energía nuclear ha oscilado entre el entusiasmo y el rechazo. Desde Chernóbil hasta Fukushima, los accidentes marcaron la agenda y provocaron una infrainversión generalizada. Pero los tiempos cambian.

El mundo vuelve a mirar hacia lo nuclear como una fuente de energía limpia, constante y escalable. Un giro profundo está en marcha, con nuevos proyectos, inversiones récord y una aceptación social más amplia que en décadas anteriores.

Según un reciente informe de Goldman Sachs, se espera que la capacidad global de generación nuclear pase de los 378 gigavatios actuales a 575 GW en 2040, lo que implica un salto del 9% al 12% en su peso dentro del mix eléctrico mundial. En términos concretos, eso se traduce en 60 nuevos reactores hasta 2030, la mitad de ellos en China.

El cambio no solo es cuantitativo, sino también cualitativo: los países están invirtiendo tanto en grandes centrales como en nuevos modelos más eficientes, como los reactores modulares pequeños (SMR).

Reactivación nuclear global: cifras y protagonistas

En el apogeo de la energía nuclear, durante los años 80, esta fuente llegó a representar un 17% de la generación eléctrica mundial. Tras Chernóbil (1986) y Fukushima (2011), la cifra cayó hasta el 9%, donde se ha mantenido desde entonces. Pero la situación ha dado un giro.

China lidera el nuevo impulso: planea construir 150 reactores en 15 años para alcanzar los 200 GW en 2035, según su último plan quinquenal. Estados Unidos, con el impulso de la administración de Donald Trump, ha flexibilizado las normativas y financia nuevos proyectos. El objetivo: cuadruplicar su potencia instalada y alcanzar los 400 GW para 2050.

La COP29 en Azerbaiyán también marcó un punto de inflexión. Seis países -entre ellos El Salvador, Kenia y Turquía- se unieron a una coalición de 31 naciones comprometidas con triplicar la capacidad nuclear global para 2050. Además, gigantes tecnológicos como Google, Amazon y Microsoft ya han firmado acuerdos para garantizar su suministro energético a través de electricidad nuclear.

Europa y la "taxonomía verde": fondos para lo nuclear

En Europa, el cambio de narrativa vino de la mano de la "taxonomía verde" aprobada por la Comisión Europea. Este sistema define qué inversiones se consideran sostenibles desde el punto de vista climático. Y, aunque la inclusión de la energía nuclear es transitoria, permite su financiación con fondos europeos y privados, al ser considerada una tecnología libre de emisiones de CO.

Gracias a esta decisión, entidades como el Banco Europeo de Inversiones ya pueden financiar nuevos proyectos nucleares. De hecho, la inversión global en generación nuclear ha crecido a un ritmo del 14% anual entre 2020 y 2024, tras años de estancamiento.

Reactores modulares pequeños (SMR): el futuro de la energía atómica

Una de las grandes apuestas del sector son los reactores modulares pequeños (SMR), que prometen revolucionar la industria. Estos sistemas, de entre 20 y 300 megavatios, utilizan componentes estandarizados que se pueden fabricar en serie y transportar al emplazamiento. Así se reducen costes, plazos y riesgos.

Aunque su potencia es menor que la de un reactor tradicional (que ronda 1 GW), los SMR podrían generar electricidad a menos de 100 dólares por megavatio-hora, frente a los 125 $/MWh de los reactores convencionales, según Goldman Sachs. Además, su menor tamaño los hace ideales para zonas aisladas o países con menor infraestructura energética.

España y el legado olvidado de sus centrales

España, que llegó a ser en 1975 el tercer país occidental en porcentaje de generación nuclear, mantiene hoy siete reactores operativos en cinco centrales: Almaraz, Trillo, Cofrentes, Vandellós y Ascó. Cada uno tiene una capacidad cercana a los 1050 megavatios. Sin embargo, el país ha congelado nuevas construcciones desde hace décadas.

El Plan Energético Nacional de 1975, redactado tras el primer shock petrolero, preveía 25 reactores y 21,7 GW instalados para 1985. Ese futuro nunca llegó. Hoy, con un parque envejecido y una media de 32 años por reactor, España enfrenta el dilema de decidir si se suma a la nueva ola nuclear o queda al margen del cambio tecnológico.

Fuente: Getty ImagesGetty Images