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La ola de calor que mantiene en alerta a buena parte de España podría tener los días contados. Según el joven meteorólogo burgalés Jorge Rey, conocido por sus predicciones basadas en el método tradicional de las cabañuelas, en los próximos días se producirá un cambio de tendencia que traerá un respiro a las temperaturas extremas registradas en las últimas jornadas.

En ciudades como Córdoba, Jaén, Toledo o Huesca se han superado los 42 grados, y en el caso de Córdoba se alcanzaron los 42,5 ºC.

Rey asegura que, aunque todavía quedan jornadas de calor intenso, a partir de la segunda mitad de agosto se prevé un descenso térmico más generalizado acompañado por lluvias y tormentas que marcarán el inicio de una fase meteorológica más inestable.

Primeras lluvias y alivio térmico en el norte

Jorge Rey señala que el cambio de tiempo comenzará a notarse este próximo fin de semana. En el Cantábrico se espera un descenso de temperaturas que dejará máximas cercanas a los 25 grados, un respiro frente a las cifras extremas de estos días.

En el valle del Guadalquivir el calor podría intensificarse, aunque algunas zonas de montaña del Pirineo y del Sistema Ibérico registrarían chubascos aislados que anticiparían el cambio de patrón meteorológico.

El meteorólogo indica que la inestabilidad irá ganando presencia de forma progresiva. A partir del viernes 15 de agosto podrían darse lluvias en áreas puntuales del norte y del este peninsular. Este alivio inicial no supondrá una bajada brusca de temperaturas en todo el país, pero sí marcará el inicio de un periodo más variable.

Tormentas e inestabilidad a partir de esta fecha

Rey prevé que el cambio más significativo llegará entre el 20 y el 21 de agosto. En esas fechas las tormentas se extenderán por Castilla y León, el norte de Aragón, Catalunya y provincias como Cuenca o Teruel.

Este episodio vendrá acompañado de un descenso térmico más acusado en amplias zonas de la península, aunque sin una entrada de aire frío que provoque valores bajos.

Para el meteorólogo, este escenario supondrá el final de la actual ola de calor, que ha dejado registros históricos en numerosos puntos de España.

Considera que se trata de "un cambio importante" que podría abrir paso a una segunda quincena de agosto más variable y con precipitaciones frecuentes, lo que aportaría un alivio a la población y a sectores afectados por la sequía y el calor prolongado.