

Comenzó la danza de los Vices. Una música que, teniendo en cuenta los antecedentes electorales del kirchnerismo, seguirá sonando hasta el último minuto. Se lo conoce como el Efecto Amado Boudou, que se enteró sobre el escenario. Y con entradas en calor que, muchas veces, poco tiene que ver con el baile. Para muestra bastaría preguntarle a Mario Das Neves, que al cierre de alianzas desapareció, por orden de Cristina Fernández de Kirchner, su preacuerdo para compartir papeleta con ambos presidenciales K, Daniel Scioli y Florencio Randazzo.
"Mi candidato en Chubut es Mario Das Neves. Yo no especulo, ni juego a dos puntas", quedó en offside con el diario del lunes el ministro de Transporte al visitar al contrincante del actual mandatario, Martín Buzzi, alineado con el bonaerense.
Con ese traspié como antecedente, hay que tomar con pinzas la declaración de preferencia que le dedicó Randazzo al saliente gobernador chaqueño Jorge Milton Capitanich. "En los próximos días vamos a definir la fórmula con la Presidenta, pero a mí me gusta mucho Coqui", le dedicó en la primera vez que el chivilcoyano no supedita sus pensamientos a Olivos.
Tras dejar la jefatura de Gabinete con agujeros en el traje de presidenciable del G7, Capitanich se convirtió en el ejemplo a seguir que impulsó los "baños de humildad", al bajar sus pretensiones para pelear la intendencia de Resistencia, iniciando la purga de precandidatos K. La victoria en Chaco lo revalorizó en el universo cristinista. "Hay que ver si el Coqui está dispuesto a arriesgarse a perder en las PASO para después pelear la capital", estiman en Balcarce 50. Los tiempos le dan: desdobladas, las generales en Resistencia son en noviembre.
El chaqueño se suma a la terna de bailarines que ya incluía a otros gobernadores peronista, el misionero Maurice Closs y entrerriano Sergio Urribarri, bañado de humildad. Todo depende de cómo Cristina Kirchner mezcla las fórmulas. "Si le aportan pejotismo a Randazzo, deberían ponerle un equivalente a Scioli. Porque si le ponen un compañero camporista, damos por terminada la interna", grafican en despachos oficiales la traducción de ese gesto como una virtual bendición para las PASO. Atendiendo esa lógica, un Capitanich acompañando al ministro debería balancearse con un Urribarri con el bonaerense, una posibilidad que negó en marzo pero hoy, dicen cerca suyo, olvidaría sus pruritos "si se lo pide la Jefa".
Mientras tanto, desde que es presidenciable, Scioli siempre se mostró cómodo con sus pares. Lo sigue haciendo con el mendocino Francisco "Paco" Pérez, al que ayer volvió a visitar (a pesar del destierro momentáneo que sufrió del kirchnerismo) y el sanjuanino José Luis Gioja o el re-reelecto salteño Juan Manuel Urtubey, hoy trabajando en la campaña naranja, si bien le pesa su reciente sentencia: "No voy a ser Vice".
En base al teorema Balestrini-Mariotto, la Rosada debería ponerle un "comisario político" a un Scioli kirchnerizado en spots en los que jura "Vengo bancando este proyecto" para convencer a los que nunca le creyeron. Por eso hace meses están en la pista los camporistas Axel Kicillof y de Eduardo "Wado" De Pedro. Como si fuera poco hablar de intermediarios, ayer se sumó Máximo Kirchner. "No hagan especulaciones", pidió el bonaerense cuando le preguntaron si podría ser su vice. Esquivó destacando "el afecto, el respeto" que siente por el hijo presiden cial. Es una canción difícil de bailar.













