En el momento de mayor producción de petróleo de los últimos 25 años, el Gobierno acelera la discusión sobre una reforma laboral que genera inquietud en el sector, caracterizado por un sindicato fuerte. Los gremios anticipan que se “defenderán con uñas y dientes”, mientras que las empresas aseguran que el petróleo argentino ya atravesó su propia flexibilización de hecho, y piden que la agenda se centre en productividad y reducción de costos.
Argentina está a un paso de marcar el récord histórico de producción de petróleo. El último dato de septiembre da cuenta de que la producción en todo el país fue de 842.777 barriles por día, la cifra más alta de todo el siglo XXI. Así, está a un paso de superar el récord histórico, que había sido hace casi 30 años, en mayo de 1998, con 858.329 barriles por día.
Sin embargo, la discusión sobre la reforma laboral abre un capítulo de tensión entre sindicatos, empresas y el Gobierno. Mientras el Ejecutivo prepara su proyecto para extraordinarias y mantiene bajo estricta reserva el texto final, el sector petrolero se presenta como un caso atípico dentro del mercado laboral argentino: ya tiene convenios distintos por regiones, flexibilización y reglas propias establecidas tras la adenda de Vaca Muerta de 2017. Sin embargo, los empresarios alertan: “Tenemos el pico de producción con más del doble del personal que hace 30 años y con tecnología mucho más avanzada”.
Con uñas y dientes
El mensaje de los gremios es unívoco: hay disposición a negociar, pero no a retroceder en “derechos adquiridos”.
Mario Lavia, referente sindical de extensa trayectoria, afirmó: “Estamos absolutamente dispuestos al diálogo tripartito. Algo hay que hacer, pero no para los trabajadores ya registrados. Nosotros ya tenemos un convenio flexible. No es nuevo discutir modernización, si la inteligencia artificial ya nos llegó hace tiempo. Si no estamos aggiornados, no tendríamos empleo”.
Sin embargo, Lavia, quien encabeza la Federación Argentina Sindical del Petróleo, Gas y Biocombustibles (FASiPeGyBio), y ahora integra el consejo directivo de la CGT, también advirtió: “Si intentan quitar derechos, se van a equivocar”. Además, recalcó que el problema del empleo está en las cuencas convencionales, como en Chubut y Santa Cruz, tras la retirada de YPF.
Gabriel Mata, también de la federación petrolera, refuerza la misma idea, pero con un tono más duro: advierte que defenderán “con uñas y dientes” los convenios colectivos actuales. Aclara que pueden discutir hacia adelante —para los nuevos ingresos—, pero que los derechos de quienes ya están en el sistema “no se tocan”.
Mata también cuestiona la idea de avanzar hacia convenios por empresa, una propuesta que el Gobierno quiere impulsar con fuerza: “Nuestros convenios son marcos que fijan condiciones mínimas para todos. Si bajás eso a convenios por empresa, condenás a los trabajadores a discutir en desigualdad”. En hidrocarburos, a diferencia de otros sectores como el comercio, donde se negocia para todo el país, sí existen distintos convenios colectivos por zonas geográficas: no es lo mismo el convenio de Vaca Muerta para el shale que el de los convencionales.
Qué piden las empresas
Del lado empresarial, la expectativa está puesta en que una reforma laboral permita ordenar distorsiones entre el convencional y el no convencional, mejorar la productividad laboral y reducir costos que hoy están “sobredimensionados”.
Ariel Masut, presidente de la Cámara de Comercio Argentino-Texas, quien estuvo hace poco en Permian, la principal cuenca petrolera de Estados Unidos, aportó otra dimensión: el benchmark internacional. “Tenemos un 30% más de mano de obra por operación respecto de Permian, que usa modelos de operación continua y remota. Es lógico pensar en una modernización que cierre esa brecha”, afirmó.
Fuentes del sector contaron que una cuadrilla en un pozo petrolero tiene 50% más de trabajadores que en Estados Unidos. O que un puesto operativo de control, que implica 1 hora de trabajo neto debido al avance tecnológico, requiere una contratación de 8 horas por día por lo que dicta el convenio colectivo.
Por su parte, Adolfo Storni, gerente general de la energética Capex, puso el foco en que tiene que haber diferencias en los convenios de Vaca Muerta y en las cuencas convencionales. “Son realidades distintas. El convencional usa mucha mano de obra; el no convencional, menos. Uno tiene un costo de producción de 40 dólares y el otro de 5. No pueden tener el mismo tratamiento como ocurre en la práctica”, sostuvo.
También agregó la necesidad de que exista multifunción o polifuncionalidad en los convenios. En cuanto a las indemnizaciones, aseguró que para analizarlo hay que tener en cuenta a las pymes que proveen servicios, que no son lo mismo que una operadora multinacional: “Una pyme tiene patrimonio negativo porque todo es contingencia laboral”.