La actividad acusará recibo del alivio en la política económica el año próximo. La baja de tasas y el desarme de coberturas necesitará de mayor confianza, baja del riesgo y recuperación del empleo y los salarios. Las elecciones implicaron que la demanda por cobertura se dispare, en medio del apretón monetario aplicado por el Gobierno y la suba de tasas para disuadir la presión sobre la divisa. La contracción pegó en el crédito, incluso en el hipotecario que mostraba un desempeño excepcional, pero que en septiembre reflejó el endurecimiento de las condiciones financieras. Según relevó Tejido Urbano, la tasa fue levemente superior a la de agosto (6,39% vs 6,32%) y se extendieron los plazos promedio de los créditos (24,39 años vs. 24,1). Además, los préstamos del sector privado no financiero bajaron hasta alcanzar el 52% de los depósitos. Pasadas las elecciones y despejado el “riesgo kuka”, el Gobierno avanzó en la baja de encajes bancarios, convalidó tasas de interés menores y renovó menos de la mitad de los vencimientos de deuda en pesos en la primera licitación post electoral para abastecer a una demanda que reclamaba la remonetización de la economía. El alivio de esta tensión abre la incógnita sobre si habrá un cambio de enfoque y de prioridades de la política. El desafío, consideró Federico Fillippini, jefe de Research de Adcap Grupo Financiero, es que hasta ahora el Gobierno priorizó la baja de la inflación, que repercutió en las otras dos áreas del trilema: el crecimiento y el sector externo. Tras las elecciones, la política económica ganó aire, pero necesita una recalibración, empezando por la política monetaria para seguir hacia un esquema cambiario que sea compatible con la acumulación de reservas. La corrección cambiaria, agregó, no tendría un gran traspaso a precios, debido al bajo nivel de actividad porque “hay empresas que tienen stocks ociosos muy grandes”. Para que se dé una recuperación del consumo, Juan Pablo Ronderos, socio de MAP, planteó que inciden cuatro factores: el empleo, los salarios, el crédito y la volatilidad nominal, en especial la del dólar. “Lo que debiera pasar es que esas cuatro cosas empiecen a acomodarse o a mostrar una tendencia. El empleo, ni en las próximas semanas ni a lo largo de todo el año que viene se va a recuperar. La segunda, que es el salario, va a ser muy heterogéneo y muy suave. El crédito, que creo que es el factor más importante, se va a recuperar en los próximos meses, sobre todo el año que viene. La baja de la volatilidad del dólar ya empezó y se va a ir afirmando a lo largo del año que viene”, explicó Ronderos. El nivel de cobertura pre electoral fue récord. Sin embargo, desde Adcap plantearon en un diálogo con la prensa que esperan que se desarme parte de esa dolarización, pero que se mantendrá el “ahorro precautorio”: “El albañil que veía que el trabajo mermaba y pensó en comprar para cubrirse. Eso no se va a desarmar”. El desarme de cobertura puede servir para dar un respiro para las empresas, pero no es la solución de fondo, dijo Iván Cachanosky, economista jefe en la Fundación Libertad y Progreso. La calma cambiaria puede ayudar a contraer aún más la cobertura y volcar parte de los pesos al consumo. Estas medidas no aseguran que se entre en una nueva etapa en la que se priorice el crecimiento, que venía rezagado y mostraba señales de crecimiento más vinculadas al mal desempeño de 2024 que a una suba genuina. La expectativa está en 2026. “Para que el repunte sea sostenible hay que reforzar la confianza: señales de que la macro seguirá ordenándose —por ejemplo, acumular reservas y mantener la disciplina fiscal—. En síntesis, baja de tasas más desarme de coberturas es una condición necesaria para reactivar; la tarea de fondo sigue siendo avanzar en reformas estructurales que den estabilidad duradera”, agregó Cachanosky. La menor “incertidumbre electoral es una buena noticia para el nivel de actividad. De todas maneras, no es que la actividad venía cayendo por las elecciones, sino que la actividad ya desde febrero había encontrado un techo y desde entonces venía piloteando”, explicó Martín Polo, jefe de Estrategia de Cohen Aliados Financieros. La inflación en torno al 2% o levemente por encima y los salarios todavía en niveles bajos hacen cuestionar que pueda anticiparse la recuperación. “Para el año que viene mejoran las perspectivas, considerando que podes tener un menor riesgo país, más inversión, más flujo de capitales que traccionen la actividad”, subrayó Polo. Para Ronderos, la recuperación del consumo y la inversión será el año próximo y de manera suave y heterogénea, segmentada por tipo de consumo, tipo de inversión, por sector y por geografía.