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El Gobierno tiene un sueño. No es el ideal, está claro, pero es el que ve como potable dentro de un contexto en el que el control de precios no viene siendo justamente una tarea simple. Luego del cimbronazo que significó el 8,4% índice de inflación de abril, mayo dio un leve respiro y cayó a 7,8%, aunque en junio esa baja fue mucho más pronunciada y el IPC se clavó en 6%. Esa cifra es la que hoy Economía pone como faro.

Está muy lejos de ser un número amistoso para cualquier economía sin sobresaltos, pero al menos dentro del contexto actual aparece como lo más cercano. De hecho, el 6% de junio apenas se había dado en enero de este año. En el resto de las cuatro mediciones el IPC fue más alto, y por esto mantener el 6 no es un mal resultado.

En el Gobierno saben que la inflación seguramente se puede transformar en un factor clave a la hora de definir el voto, sobre todo en aquellos que miran qué boleta introducirán en la urna. Pero entienden que, más allá de lo alta que está la marca del IPC, mantener la estabilidad en torno de un 6% podría generar cierta sensación de el camino por el que se está yendo es el correcto.

De cara a las PASO, la situación para el oficialismo sería algo menos compleja. Es que el Indec dará a conocer la información oficial de julio apenas después de las elecciones, por lo que no habrá un número oficial pegado a la previa de la votación.

Según privados, el índice de este mes posiblemente se mueva dentro del espectro de los 6 puntos, pero más cerca del 7%.

¿Y después de las PASO?

Ya para lo que tiene que ver con el panorama post PASO -y ya de cara a las generales- la situación es otra. Para agosto y septiembre se esperan cifras más altas que incluso podrían superar el 7%. Y para septiembre algunos anticipan que no caería del 8%, demasiado alto en tiempos electorales.

Para los próximos meses ya están previstos incrementos de precios en varios rubros, que terminarán por empujar a la inflación

El Indec dará a conocer esta cifra el 12 de octubre próximo, es decir apenas 11 días antes de las generales.

Todo esto tiene que ver con que el circuito de aumentos más o menos previsto marca una serie de incrementos que no harán fácil el sueño del 6%.

Ya para agosto, por ejemplo, comenzarán a correr algunos aumentos en las tarifas eléctricas. Serán del 6% para hogares de altos ingresos, y de 15% para grandes comercios e industrias, lo que podría tener cierto impacto sobre sus precios finales.

El mes que viene también llegarán incrementos en colectivos y trenes en el AMBA, del 5,8%, y habrá que sumar un 4,5% de combustibles

Siempre dentro de este segmento, para septiembre y octubre se esperan incrementos también en el costo del transporte y el combustible, aunque todavía no está claro de cuánto será el porcentaje.

Clave para el FMI

El tema tarifas es central para el Fondo Monetario Internacional (FMI), ya que desde hace tiempo reclama que se aplique una rebaja en los subsidios estatales, algo que viene ocurriendo desde hace ya un tiempo, aunque en segmentos en particular.

En este sentido, por ejemplo, lo que resta por resolver es si habrá de aquí a octubre algún reacomodamiento de las tarifas eléctricas para clase media, algo que no sería descolocado si se tiene en cuenta el reclamo del Fondo y que los subsidios a este sector ya son más del 83% del costo.

En medio de este panorama, la carne también viene pidiendo pista para incrementar sus precios. La cadena del sector -que tiene un peso importante sobre el IPC general- acusa un retraso en sus valores de entre el 50% y el 60%.

Si bien todavía no hay nada definido al respecto, sí se sabe que en los próximos meses comenzará a haber un reacomodamiento, lo que terminará también por empujar la inflación.