Dentro de algunas semanas, cuando pasen las ceremonias de exequias deFrancisco, los cardenales de la Iglesia se encerrarán bajo llave y permanecerán sin contacto con el exterior - es decir, en un cónclave- para definir al nuevo sucesor de Pedro. Entre ellos habrá cuatro argentinos de perfil diverso que son electores y elegibles, aunque nadie apueste, hoy por hoy, a que alguno de ellos pueda ser el próximo obispo de Roma.
Según la tradición católica, será el Espíritu Santo quien guie el corazón y el pulso de los purpurados que deliberarán en la Capilla Sixtina. Muchos analistas, creyentes o no, verán allí la mano de los hombres y de la política, de la puja entre sectores antagónicos dentro de la Iglesia y de factores de poder que tienen su propio lobby vaticano.
En un cuerpo cardenalicio en el que están representados todos los continentes, las posibilidades de que un argentino llegue de nuevo a dirigir la Iglesia son marginales. No se trata sólo de una cuestión de nacionalidades: dentro del cónclave están presentes órdenes, conferencias episcopales y, por sobre todas las cosas, sectores que congregan diversas posiciones teológicas, sociales y políticas. Sería un milagro que se repita.
Francisco fue prolífico en la creación de nuevos cardenales, su impronta puede sentirse en el carácter "sinodal" que le imprimió a la Iglesia, donde los purpurados están más incluidos en la toma de decisiones. Pero eso no asegura que el nuevo Papa vaya a ser un "sucesor" lineal de sus ideas y hasta podría ser electo alguien de cuño conservador.
Entre los cuatro argentinos, sin embargo, existe uno que es observado con atención y se trata del exarzobispo platense Víctor Manuel "Tucho" Fernández. Sitios ligados al conservador Opus Dei lo señalan dentro de un segundo pelotón de elegibles.
"Tucho" puede contar una relación de más de 30 años con Francisco. Fue un hombre de confianza de Bergoglio y tiene una visión de la Iglesia en extremo similar al del jesuita, quien lo convocó una oficina central de la curia romana. Desde allí, Fernández emitió la declaración Fiducia supplicans en el que se abrió la puerta a la bendición de "parejas en situaciones irregulares y parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status".
Además, siendo arzobispo de La Plata -una diócesis tradicionalmente conservadora-, prohibió la celebración de misas en latín, lo que le valió críticas de su antecesor, monseñor Héctor Aguer. En su escudo apostólico, lleva una frase de matriz bergogliana: "En medio de tu pueblo". Desde Roma, en declaraciones radiales, Fernández no ocultó su cercanía a Francisco y el dolor que le genera la muerte: "Este mundo, que parece huérfano y sin rumbo, perdió un padre. Un padre universal".
El cuarteto de cardenales argentino está integrado también por otro jesuita, el cordobés Ángel Sixto Rossi, quien también supo tejer una amistad de décadas con el difunto Papa. De hecho, Rossi fue alumno de Bergoglio y compartió destino durante ocho años cuando ingresó a la Compañía de Jesús.
Fue nombrado obispo de la también conservadora arquidiócesis cordobesa por Francisco y, al igual que sus otros connacionales, creado cardenal durante el último papado. Caracterizado por quienes lo tratan como de tono afable y cercano, también insiste en la importancia de la simplicidad a la hora de ejercer su rol como sacerdote.
En noviembre de 2021, cuando se empujaba la promulgación de la Ley de Interrupción Legal del Embarazo, Rossi se manifestó en contra de la iniciativa: "El aborto no es un tema religioso. Se parte de la trampa, a veces, de hacernos creer que es una postura de la Iglesia. No. Es un tema humano".
Por otra parte, no dudó en criticar el discurso del presidente Javier Milei en Davos contra el colectivo homosexual y, sobre la situación social estimó que, si bien "nada puede ser inmediato", se espera "que lo que va mejor en la macroeconomía baje al plato, que una familia pueda almorzar y cenar, y que un abuelo no tenga que optar entre comer y medicarse".
Mario Aurelio Poli, el tercer argentino papable, fue quien sucedió a Bergoglio en la Arquidiócesis de Buenos Aires, desde donde mantuvo el impulso del diálogo interreligioso. Además, tuvo participación en un documento en el que se explicaba cómo debía tratarse la administración del sacramento de la Comunión a los divorciados.
Aunque comparte cierta mirada eclesial con Francisco, él mismo se encargó de diferenciarse: "Yo soy pastor y no político; no soy Bergoglio en eso".
Por último, Vincente Bokalic Iglic es el arzobispo de Santiago del Estero y actual primado de la Argentina. Es otro cardenal con sello de Francisco. "Me envió a evangelizar a los pobres", es el lema que eligió para su escudo y fue obispo auxiliar de Bergoglio en Buenos Aires.
Al referirse al Papa Francisco, el cardenal de Santiago destacó la "experiencia de fe sencilla, del pueblo común y corriente, del que a veces no tiene tanta participación en la vida eclesial pero que expresa su fe a través de manifestaciones como las peregrinaciones, en las novenas patronales, donde se ve su amor por Jesucristo".
En una entrevista brindada un año atrás, se le preguntó si el cónclave que ahora se aproxima puede ser una "vuelta atrás" de la senda recorrida por el jesuita argentino. Bokalic lo desestimó: "Cada uno después le pondrá su característica, pero me parece que están puestas las bases para seguir avanzando en este estilo de Iglesia, de pastores, de la incorporación del laicado a la Iglesia, de la función de la mujer, es decir, todo lo que estamos viendo".