

A seis años de la nestorista “Plaza del Sí”, que había sido organizada por Compromiso K, la convocatoria de hoy fue su equivalente cristinista. En los colores de sus columnas quedó claro la metamorfosis del oficialismo. El verde sindical del camionero Hugo Moyano fue reemplazado por el de Kolina, la agrupación de la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner.
Y si bien sobre la superficie, para mantener las formas, La Casa Rosada insistía con utilizar de excusa institucional el aniversario de la Revolución de Mayo, el azul (no celeste) y blanco de la masa no homenajeaba a Manuel Belgrano sino que quedó en manos de La Cámpora y del Movimiento Evita.
En las veredas se ofrecían más pines, posters y banderas con los rostros de Néstor y Cristina Kirchner, Juan Domingo Perón y Evita que de Mariano Moreno. Los vendedores ambulantes, que conocen más que nadie la calle, sabían de qué tipo de acto se trataba.
Aunque hay cosas que nunca cambian: desde la medianoche los micros se comenzaron a amontonar en la 9 de Julio y, en 2006 como hoy, frente a la invitación de la Presidencia, intendentes y gobernadores dejaron sus distritos para atestiguar los fuegos artificiales.
El cristinismo ya tiene su foto para compararla con el último cacerolazo del 18A. Y la demostración de poder no sólo importaba a La Rosada debajo del escenario. En la antesala electoral, Cristina Fernández de Kirchner habló desde el atril con decenas de dirigentes detrás suyo, a diferencia del anterior acto oficial del 9D que los spots sólo la iluminaban a ella.
Aún rodeada de intendentes y gobernadores, los autoproclamados “soldados de Cristina” le hicieron sentir a fuerza de coros que era su plaza.













