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Mauricio Macri convocó a una reunión en sus oficinas de Vicente López con su equipo político más cercano, integrado en estos tiempos por su primo Jorge Macri, el diputado nacional Cristian Ritondo, el todavía intendente de Pinamar y diputado nacional electo Martín Yeza, el exministro de Trabajo Jorge Triaca y el exsecretario general de la Presidencia y próximo funcionario porteño Fernando De Andreis, entre otros.

Entre café y agua hicieron catarsis, evaluaron el mazazo en la provincia de Buenos Aires donde perdieron distritos que parecían seguros para Juntos por el Cambio y empezaron a analizar cómo posicionarse ante el ballotage.

Como era previsible, el ánimo no era el mejor. Macri estaba convencido de que Patricia Bullrich entraría al ballotage para competir con Javier Milei y nada le hacía presumir que Sergio Massa obtendría semejante respaldo electoral bonaerense. En las últimas semanas había visto varias encuestas, pero ninguna le pareció suficientemente confiable, entre otras cosas porque los mismos consultores no le transmitían ninguna seguridad tampoco.

Pero no hay demasiado tiempo para lágrimas. Urge tomar alguna definición en torno al balotaje, donde las cartas ya están echadas. ¿Jugar con Milei, que le tiró todos los centros posibles? ¿O dejar libertad de acción? La opción de respaldar a Massa no está en evaluación en ese grupo.

En cambio, comienza a aceptarse que el PRO tiene que iniciar una nueva etapa, ya sin el radicalismo. "El partido dejó de representar lo que era, es decir la centroderecha, al asociarnos con los radicales, donde hay dirigentes muy valiosos pero que en el fondo piensan lo mismo que los peronistas", sería una síntesis de ese posicionamiento que ya empieza a decantar después del magro resultado electoral, que dejó a Bullrich con menos del 24% de los votos.

No es lo que piensa Horacio Rodríguez Larreta, lo que sin dudas significa un límite concreto para Macri. Es que el todavía jefe de Gobierno porteño controla la mayoría de los distritos del PRO en el país a través de los titulares locales. Es la instancia que, por reglamento, tendría que avalar cualquier nueva política de alianzas.

Por lo menos formalmente. Es bastante probable que no se lleve esta discusión a los ámbitos estrictamente partidarios antes del 19 de noviembre, cuando se votará en la segunda vuelta. Cualquier definición previa puede provocar una hecatombe insalvable, impensable semanas atrás, cuando la mayoría de los dirigentes creía que el balotaje estaba garantizado.

Una de las críticas que más se escuchó en el café matutino en lo de Macri fue el poco respaldo de los radicales a los candidatos del PRO en CABA, en provincia de Buenos Aires, incluso en Entre Ríos, donde finalmente ganó Rogelio Frigerio en una elección histórica, en la que el peronismo perdió después de 20 años.

El gobernador electo de Entre Ríos ya avisó que no jugará ni con Massa ni con Milei, a pesar de los guiños que en público le hizo el líder libertario. "Tiene que ser prudente y responsable, no se va a manifestar por ninguno, es gobernador", dijeron a su lado.

Distinto es lo que dijeron en ese encuentro en la oficina de Macri sobre algunos dirigentes de la UCR. "Hay un respaldo a Massa de importantes radicales, como el actual presidente de la UCR, Gerardo Morales, es un hecho "y está a la vista de todos". A la vista o no, lo concreto es que si alguien tenía previsto organizar un encuentro con Morales para limar diferencias no lo planteó.

¿Cómo sigue la película?

El dato que más destaca es la exhibición de la ruptura, lo que se evitó hasta último momento en la primera vuelta. Sin embargo, nadie planifica un encuentro con Milei para los próximos días. "Cualquier cosa que te diga puede ser mal comprendido, hay que esperar, porque hay nada pensado al respecto", dijo una fuente segura a El Cronista.

A esta altura, más como opinión y sin información, es difícil imaginar a Macri sin pronunciarse a favor de Milei antes de la segunda vuelta electoral. De hecho, la mayoría de los participantes de chats de militantes de Juntos por el Cambio es lo que están pidiendo, aún de parte de afiliados a partidos como la Coalición Cívica. Es algo que comentan en el bullrichismo y que no deja de asombrar, aunque para algunos sea obvio, porque "la lucha principal es contra el kirchnerismo".

Pero las heridas que recibieron los dirigentes de parte de Milei todavía están abiertas. Ni qué decir en el mismísimo Rodríguez Larreta, que fue catalogado de "comunista", "socialdemócrata", "lacra humana", por recordar unos pocos epítomes.

Para mañana, Triaca está intentando concretar una reunión de la mesa nacional del PRO para discutir los próximos pasos. El encuentro de hoy fue informal y se espera una conversación que empiece a encarrilar el futuro del partido que no podrá evitar las consecuencias internas de una elección donde solo se salvó el que pudo, y con sus propios recursos. "Lo único que puedo decir es que estamos recalculando", dijo el exministro cuando se le preguntó hacia donde pensaba dirigirse: ¿a Tigre o a Benavídez?