

El historiador argentino Federico Lorenz, autor de varios libros sobre el tema (entre ellos, "Malvinas, una guerra Argentina"), reflexiona sobre el reanimado conflicto en torno al archipiélago desde una lectura que abre nuevas preguntas y que pone en perspectiva a la región como forma de encauzar el reclamo diplomático.
¿Qué es Malvinas? ¿Unas islas? ¿Una guerra? ¿Un reclamo diplomático? ¿Cómo se define un tema que, por complejo, pendiente y añejo, nunca dejó de ser pasado?
Malvinas es todo eso a la vez. Unas islas, un reclamo, una guerra. Pero además, dice Lorenz, uno de los historiadores especializados en el tema, “Malvinas es una gran pregunta sobre la identidad nacional”. Por el rol que cumplió en la transición hacia la democracia en ´82; por el vínculo de la sociedad con el gobierno de facto; por el sentido que tuvo (y que tiene) la guerra perdida y por el predominante centralismo porteño en la lectura sobre el conflicto. Y la lista podría seguir.
El historiador afirma, convencido, que Malvinas es un tema que abre múltiples preguntas: “Sobre qué tipo de sociedad queremos, qué vamos a respetar, qué tipos de límites estamos dispuestos a mantener, defender y no pasar; implica también pensar el país en sus diversas realidades, lo que supone abandonar miradas macro”. Porque, sostiene, hay muchas Malvinas: no es lo mismo la vivencia en Buenos Aires que aquella que tuvieron las personas que vivieron en la Patagonia durante el conflicto, porque la lejanía o cercanía se tradujo en ese momento en la presencia física de la guerra.
En este sentido es que Lorenz entiende la relación del kirchnerismo con el reclamo. El historiador dice que “es determinante cómo vivieron los Kirchner, en tanto patagónicos, la experiencia de 1982, para entender las formas en las que leen el tema y su posición”. Recuerda, además, que Néstor incluyó el tema ya en su primer discurso como presidente, en su acto de asunción, por lo que “se podría decir que está en la marca genética de Kirchner y de Cristina Fernández después”.
-¿Ese dato invalida la posición de algunos opositores acerca de una utilización coyuntural del tema?
-Lo importante es si hay una coherencia entre la política exterior y la política de memoria sobre Malvinas. La historia política cultural argentina transformó la disputa por la soberanía, sobre todo desde el siglo XX, en una causa nacional. Es un símbolo, para algunos es un símbolo de lo que le falta a la Argentina para estar completa. En el ´82 se agrega la guerra, que suma la gran pregunta a cerca del vínculo entre la sociedad y la dictadura que produjo la guerra, con lo cual Malvinas es mucho más que unas islas.
-¿Qué aspectos deberían incluirse en una nueva mirada o abordaje sobre el tema?
-Es importante explorar otro tipo de vínculos a los existentes con los isleños, porque las relaciones con ellos son “tácitas”, están siempre presentes. Y es importante, porque hay mucho en común, como el pasado criollo hispánico que está por todos lados en las Islas, pero también culturalmente estamos lejos. Yo me acuerdo la sensación cuando volamos a Malvinas, culturalmente está lejísimos, pero no te terminaste de acomodar en el avión que ya llegaste. Es imperioso proponer nuevas relaciones a los isleños, más allá de la poco seria seducción de Di Tella en los noventa o el casi nulo puente tendido por estos días.
“Una de las novedades positivas que tiene cómo se está tratando el tema de Malvinas hoy desde la Argentina, es justamente pensarla más allá de la reivindicación territorial o nacionalista, pensarla en clave de recursos. Eso es lo que hace que tengamos un apoyo regional tan importante”, afirma Lorenz y además remarca que “la proyección que tiene Malvinas es muy importante, porque no es sólo a la Antártida o lo que Malvinas tenga, si no su proximidad con el extremo del cono sur”. Entonces, parece ser que “la clave es pensarlo como un problema regional en base a soberanía sobre los recursos”.











