El Gobierno porteño quedó expuesto a la encrucijada de avalar en las palabras el accionar del policía municipal de Avellaneda Luis Chocobar, recibido por el Presidente tras asesinar por la espalda a un delincuente que había acuchillado a un turista en La Boca y ser embargado por la Justicia, pero sin arriesgar su capital político en materia de seguridad.

Si bien cerraron filas detrás de la Casa Rosada, criticada por la recepción a Chocobar, en Parque Patricios no dejan de marcar las diferencias que guardan con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien declaró anteayer estar "cambiando la doctrina" sobre el proceder de los efectivos en enfrentamientos, para luego atacar a los jueces "que no lo entienden".

El Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, volvió a referirse al tema y justificó el proceder en jurisdicción capitalina de Chocobar ante Pablo Kukoc, el difunto ladrón, ya que "tenía voluntad de matar".

En un magazine de la mañana, el jefe distrital sostuvo que el delincuente "salió corriendo con el cuchillo en la mano, habiendo turistas y gente caminando", luego de apuñalar al estadounidense Frank Wolek. Para él, Kukoc era "un asesino".

"Le dieron la voz de alto, y ahora el policía terminó embargado por ocho sueldos, con los que come su familia", remató ante las cámaras Larreta, solidario con Macri, que recibió al policía en un intento por repuntar su imagen, que viene en baja.

Trascendiendo el gesto de respaldo político, el secretario de Seguridad porteño, Marcelo DAlessandro, defendió a la institución policial, pero planteó sus desaveniencias con Bullrich y sus nuevos protocolos que invierten la carga de la prueba ante el accionar policial. El funcionario subrayó que en la Ciudad no hay nuevas doctrinas.

DAlessandro recordó un enfrentamiento sucedido en Liniers, en noviembre, cuando dos policías, el sargento primero Cristian Lezcano y el cabo primero Julio Gómez, perdieron la vida mientras intentaban detener a un hombre de 25 años que había secuestrado un auto. "En ese caso, el primer policía no tiró porque el ladrón no estaba armado; forcejeó con el delincuente e incluso buscó tranquilizar a un niño que era testigo del hecho. Luego se le cayó el arma y terminó con un tiro, al igual que su compañero que venía en auxilio. Hubiera sido mucho más fácil tirarle, y sin embargo no lo hicieron", puntualizó DAlessandro a El Cronista.

El secretario observó que cada caso "tiene su propia lógica", pero insistió en que "hay que tener circunstancias que ameriten sacar el arma". Lo expuso a este diario con otro ejemplo, esta vez el del tiroteo registrado en el Microcentro el martes al mediodía. "Los delincuentes salieron tirando a mansalva. Si los policías hubieran respondido, era una masacre".

Desde que asumió el control -parcial- de la seguridad en la Capital Federal, los porteños, conducidos por el ministro Martín Ocampo, han contrastado en la retórica y en la práctica con las fuerzas federales a cargo de Bullrich. El principal diferendo hace a la contención de los piquetes: mientras la Nación decidió apresurar la disolución de los cortes en autopistas y rutas, incluyendo el uso de fuerza, la Ciudad apostó entonces por el diálogo para evitar las interrupciones totales en las principales arterias. Con Chocobar, la reyerta pasó a un nuevo nivel.

DAlessandro llevó hasta el extremo la hipótesis de enfrentamiento en la vía pública: "Ni por casualidad salimos a decirles (a los policías) que salgan a matar". Y precisó: "Tienen la orden de cuidar la vida de terceros".

A contramano de la presión que Bullrich sugirió sobre la Justicia, el secretario de Seguridad habló de dar más respaldo institucional a la fuerza. "Si el policía muere en servicio, se lo asciende de manera extraordinaria, pero si mata, termina procesado. Pasan de héroes a villanos en minutos".