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A pocos días de la nueva reunión del Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, Vital y Móvil, un informe del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA advirtió una nueva caída del poder adquisitivo del salario mínimo. Según el estudio, elaborado por el Área de Empleo, Distribución e Instituciones Laborales (EDIL), “el poder adquisitivo del salario mínimo, vital y móvil (SMVM) se redujo durante septiembre de 2025 (-2,0%)”.
El documento, coordinado por Roxana Maurizio y Luis Beccaria, precisó que en agosto y julio la merma fue de 0,5% mensual, mientras que en junio se registró una leve estabilidad (+0,1%). “En diciembre de 2023 se inició un extenso proceso de merma del valor real del SMVM, cuando se contrajo 15% de la mano de la aceleración inflacionaria, seguido por una caída aún mayor, del 17%, en enero de 2024”, agregó el estudio.
De acuerdo con el análisis del IIEP, la pérdida acumulada desde fines de 2023 hasta septiembre de 2025 alcanzó el 34%, mientras que en lo que va del año el retroceso fue del 5,6%. Esta tendencia, junto con el deterioro sostenido de años previos, “llevó a que el salario mínimo en términos reales de septiembre de 2025 se ubicara en un valor inferior al de 2001, antes del colapso de la convertibilidad”. En comparación con el máximo histórico de la serie, alcanzado en septiembre de 2011, el salario mínimo real mostró una erosión del 63%.

El valor nominal del SMVM, según los datos que cita el informe, se ubicó en $322.200 en septiembre, equivalente a $1.610 por hora. El EDIL subrayó que, pese a ciertos ajustes nominales en algunos meses, “la evolución de la inflación continuó superando los ajustes nominales”, lo que consolidó la pérdida de poder de compra.
La publicación del IIEP se conoció en la antesala de la reunión del Consejo del Salario, convocada por la Secretaría de Trabajo mediante la Resolución 6/2025, para el 26 de noviembre. La convocatoria establece que la Comisión del Salario Mínimo, Vital y Móvil y Prestaciones por Desempleo se reunirá a las 10 y que el plenario comenzará a las 12.30, con una sesión alternativa fijada para las 14 en caso de falta de quórum.
El Consejo, organismo tripartito regulado por la Ley 24.013, tendrá a su cargo no solo la determinación del nuevo monto del SMVM sino también la fijación de los valores mínimo y máximo de la prestación por desempleo. El debate tendrá lugar en el contexto de una inflación que, pese a que se mantiene desde hace meses en torno al 2%, sigue erosionando salarios ajustados, en su mayoría, por los techos oficiales del 1%.

Es llamativo, sin embargo, el contraste entre lo que el Consejo del Salario define como salario mínimo y la noción que, por ejemplo, sostiene el sindicato de aceiteros, donde revela una brecha abismal. Mientras el monto oficial funciona como una referencia de subsistencia, la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines (FTCIODyARA) interpreta literalmente el mandato constitucional del artículo 14 bis. En esa lectura, el salario mínimo vital y móvil debe garantizar “una vida digna”, entendida como la cobertura integral de las nueve necesidades básicas mencionadas en la Ley de Contrato de Trabajo: alimentación, vivienda, educación, vestimenta, salud, transporte, esparcimiento, vacaciones y previsión.
El gremio, que lidera Daniel Yofra, fijó ese valor en $2.344.728 para septiembre de 2025, cifra que —según su cálculo técnico— equivale a la canasta familiar completa y no a los valores de indigencia o pobreza que miden las canastas del INDEC. “Ese es el salario que deben tener todas las y los trabajadores del país para tener una vida digna”, afirmó Yofra, marcando la distancia entre un salario mínimo de subsistencia y uno verdaderamente vital y móvil.
En su informe, el EDIL relacionó la caída real del salario mínimo con la dinámica general de las remuneraciones: mientras el SMVM acumuló una fuerte merma, el índice de salarios promedio del sector privado registró en agosto un leve aumento mensual (+0,4%) y ubicó el nivel promedio en torno al valor de noviembre de 2023, según INDEC. No obstante, el informe advirtió que las remuneraciones permanecen muy por debajo de máximos históricos en términos reales.
Empleo asalariado formal
El EDIL dedicó además un capítulo al empleo asalariado formal. En julio (último dato disponible) el empleo asalariado formal total registró una caída de 9,3 mil puestos respecto del mes previo, con una pérdida de 8,8 mil empleos en el sector privado y un mantenimiento de puestos en el sector público y en casas particulares. El total de asalariados registrados se situó en 10.096 mil trabajadores, un nivel que el informe calificó como el más bajo desde la contracción iniciada a fines de 2023.
En la comparación con noviembre de 2023, el empleo asalariado formal total mostró una pérdida de 205 mil puestos (-2,0%), y en la comparación interanual con julio de 2024 la caída fue de 14 mil puestos (-0,1%). “Más allá de las fluctuaciones de los últimos meses, desde fines de 2023 se observó una fuerte reducción del empleo formal asalariado total durante el primer semestre de 2024 y un estancamiento posterior”, indicaron los autores.
El informe desagregó la evolución por ramas: en julio seis de trece sectores presentaron variaciones negativas en el volumen de empleo. Minería, servicios inmobiliarios, industria y servicios personales lideraron las caídas porcentuales, mientras que agro y pesca fue el único sector que exhibió una variación positiva en el mes (+0,2%).
En términos territoriales, 16 provincias registraron retrocesos del empleo privado formal en julio. Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires explicaron la mayor parte de la variación negativa, con contribuciones de 30% y 32% respectivamente, según el EDIL.
El informe también analizó flujos laborales e indicó que en el primer semestre de 2025, excepto en junio, las tasas de salida superaron a las de entrada en las empresas de 10 o más ocupados. En agosto la tasa de salida aumentó a 2,2% mientras que la de entrada se mantuvo casi sin cambios, una señal de que las desvinculaciones explicaron gran parte de la variación negativa del stock de empleo.










