La sangre no llegó al río. Alguna pista la dio Horacio Rodríguez Larreta en el escenario austero y despojado en el que hizo su conferencia de prensa para definir su posición: "mi postura es personal". Nadie quiere la ruptura. "Romper no", es la palabra que más se escucha, en los campamentos bullrichistas y larretistas, incluso en el macrismo más ortodoxo.
Anoche mismo el secretario general del partido, Eduardo Machiavelli, convocó al vicepresidente del PRO, Federico Angelini, a un encuentro con los jefes partidarios de todo el país para conversar sobre la bomba neutrónica que ayer tiró Patricia Bullrich al anunciar su respaldo -también personal- a la candidatura de Javier Milei.
De paso hablaron de los últimos "acontecimientos", con reuniones secretas incluidas, como la que Mauricio Macri convocó el martes a última hora de la hora en su casa en el excéntrico horario de las 23, tal como fue informado ayer por El Cronista.
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En la emergencia, Rodríguez Larreta logró dominar su malestar, pedir explicaciones y apelar a un renovado vínculo con Bullrich, que no recuperó con Macri. Más bien podría decirse lo contrario: cada día están más enojados y hoy parece difícil que la confianza vuelva en algún momento de la vida política de ambos.
El todavía Jefe de Gobierno porteño anticipó el miércoles por la mañana en la casa de Patricia, a metros del Botánico, que si ella daba su postura en forma personal, él lo haría del mismo modo. Sonaba a poco, pero en el contexto del tembladeral se trataba de un acuerdo político sustancial, evitando que todo se desmorone antes del balotaje, lo que no le conviene a nadie.
Bullrich, por su lado, cumplió con ese acuerdo. Desde el comienzo dijo que no comprometía a su partido y a todos los dirigentes con los que habló, los eximió de salir a respaldarla. "Yo pongo la cara por todos", transmitió a varios, según trascendidos. Claro que el compromiso era evitar fotos con Milei o acompañarlo en actos de campaña. La producción del tradicional programa "A dos voces" por TN los invitó por separado, pero les propusieron sacarse una foto y "ella no se pudo negar". Alcanzó a decir al aire: "esta producción consigue todo lo que quiere".
Liberada de todo compromiso, Bullrich continuó hoy con declaraciones de tono disruptivo, que circularon en paralelo con los intentos de moderar los ánimos encabezados tanto por Larreta en el PRO como por el gobernador electo en Mendoza, el senador Alfredo Cornejo.
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Lo que más preocupaba a los dirigentes que conducen el PRO en sus respectivas provincias era conocer exactamente de qué se trataba "libertad de acción". Machiavelli expresó que los parámetros los aportó el PRO cordobés, presidido por el diputado nacional Oscar Agost Carreño. El comunicado dice, en forma resumida, que:
- "Hoy la gente nos puso en un lugar de oposición, que no solo tenemos que respetar, sino también representar y hacer valer".
- "No vamos a caer en el error de pensar que podemos decirle a la gente a quién votar".
- "Vamos a trabajar para sostener Juntos por el Cambio y ser una oposición sólida y fuerte frente al gobierno de cualquiera de las dos fuerzas, como el gran equipo que somos".
Angelini, vicepresidente 1º del partido alineado con Bullrich y Macri, no se opuso. Su participación estuvo centrada en explicar cómo se habían desarrollado los movimientos políticos y no hubo reproches, por lo menos no trascendió hasta ahora ninguno.
Nadie sacó los pies del plato ni rompió la convivencia que trabajosamente alcanzaron aún en medio de la batalla interna, donde hasta hubo aprestos de guerra con alguna votación con la que se amenazó con mostrar quién tenía más representación del PRO en el consejo nacional, máximo órgano de conducción partidario.
Fundado por Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta, el PRO nació hace 20 años como un partido de corte municipal que con los años fue ampliando su representación en muchos distritos. Tiene dirigentes en casi todas las provincias, aún las más kirchneristas. E intendentes en muchos distritos.
A pesar del batacazo de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires, que derramó en gran cantidad de localidades que eran gobernadas por el PRO y la UCR, la coalición logró validar en algunos distritos claves, a pesar de la mala elección opositora.
Alcanzaron también la gobernación de Entre Ríos (con Rogelio Frigerio), Chubut (Ignacio Torres), San Luis (Claudio Poggi) y San Juan (Marcelo Orrego), además de repetir la victoria en CABA, esta vez con Jorge Macri. La vicegobernadora electa de Mendoza (Hebe Casado, que anunció que votará ahora por Milei) es del PRO, también la vicegobernadora electa de Santa Fe (Gisela Scaglia, que anticipó que se mantendrá neutral).
Los gobernadores electos del PRO tienen previsto transformarse en un eje nodal en la toma de decisiones del partido, tal como demostraron en la reunión que mantuvieron ayer con sus pares radicales, donde hubo acuerdo en hacer valer sus responsabilidades de gestión para los tiempos que vienen.