Ingresar al recinto de la Cámara de Diputados el domingo será una odisea. A diferencia de todos los años anteriores, el Poder Ejecutivo, vía la Casa Militar, está a cargo de la organización y el diseño del dispositivo de seguridad de la Asamblea Legislativa y ya avisó que no quiere descuidos ni sorpresas. Por ello, la presencia de militantes dentro del Congreso será mínima, a pesar de que el Gobierno espera reunir entre 150 y 200 mil personas en los alrededores del Palacio. A ellos, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner podría dirigirse una vez terminado su discurso de apertura de sesiones. Para eso estarán disponibles, al igual que la última vez, el escenario y el sistema de sonido necesarios.
La estimación de la cantidad de personas que participarán de la movilización a la Plaza Congreso fue una de las últimas informaciones que dio Jorge Capitanich antes de dejar la Jefatura de Gabinete. Lo refrendó ayer el flamante secretario General de la Presidencia, Eduardo "Wado" De Pedro. "Esperamos mucha gente. No tengo dudas que un sector del pueblo y de la sociedad va a ir con su corazón sintiendo que la necesidad es ir a apoyar a una Presidenta que vive para los trabajadores, que vive gestionando y peleando contra los poderosos", definió. El contraste con la multitudinaria marcha que encabezaron varios fiscales federales el 18 de febrero último será inevitable.
Intendentes, gobernadores, legisladores y agrupaciones kirchneristas ya están convocando a la movilización, que comenzará a las 10. La intención del oficialismo es llenar la Plaza Congreso y también acompañar el recorrido que realizará la Presidenta en auto por Avenida de Mayo, desde la Casa Rosada hasta el Parlamento.
Adentro del recinto, en los palcos a cada lado de la Presidenta estarán ubicados los gobernadores, ministros y diplomáticos del mercosur. Los intendentes y el resto del cuerpo diplomático irán a la primera bandeja y otros invitados (como actores, secretarios o sindicalistas) a la segunda. Finalmente, las galerías del último piso, el tercero, sí estarían destinadas a un reducido grupo de militantes.
La decisión de dejar el diseño del operativo de seguridad en manos de la Casa Militar alteró los ánimos en el Congreso. Los llamados y las reuniones para ajustar los detalles son constantes y se sucederán hasta último momento. Anoche hubo varios y sustanciales cambios al esquema que ya había sido acordado entre el Ejecutivo y el Legislativo, y todo indicaba que no serían los últimos. Los accesos, los pases para los invitados, las credenciales de los empleados del Congreso, todo está en revisión.
Por ese motivo, los diputados opositores se alarmaron. "Cuando un jefe del Ejército (por César Milani) comanda la seguridad, está controlando la propia Casa Rosada y tiene el poder de la Inteligencia. Esto se asemeja a un golpe cívico militar por parte del propio Gobierno", sostuvo Elisa Carrió en diálogo con radio Mitre. Para el massista Alberto Asseff, "es un ultraje a la división de poderes que la seguridad en el Congreso se subordine a una autoridad militar".