El kirchnerismo supo tener atado a los gremios. Cuando la plata no era tema de ajuste, se crecía a tasas chinas y la inflación estaba lejos de ser un problema, Hugo Moyano era el sindicalista que ponía el techo a las paritarias con aumentos que le ganaban, o al menos le empataban a la suba de precios. Como telón de fondo del camionero, para festejar los aumentos estaba algún salón de la Casa Rosada. Todo con el aval del kirchnerismo.
Pero desde hace un tiempo algo se rompió entre Moyano y el Gobierno. Para colmo, los índices económicos empeoraron. El resultado está a la vista de todos y todas: el de mañana será el quinto paro contra Cristina, todos en el segundo mandato de la Presidenta.
Con el dólar planchado y la inflación en alza el combo parece perfecto para estirar la brecha entre los que más y menos ganan. Sin embargo, Cristina, que no mide la pobreza ni la indigencia, dijo en Europa que la pobreza era menor al 5% en la Argentina.
Así está hoy el país. Los sindicatos hacen su juego y van por el segundo paro en dos meses a un gobierno peronista que no tiene posibilidad de reelección en octubre, aunque sí de continuidad de modelo si gana Scioli; los más privilegiados mirando para otro lado, y Cristina negando la pobreza.