El Gobierno se enfrenta a un panorama complejo hasta las elecciones del 26 de octubre. A la espera de definiciones con Estados Unidos y con el esquema de flotación cambiaria bajo presión, el foco estará puesto en el dólar, la caída de las ventas y en cómo llega la actividad hasta los comicios. La Libertad Avanza se juega un pleno en las elecciones ya que apuesta a convalidar su plan económico. El apoyo de Estados Unidos fue en un primer momento anunciado con la cláusula del resultado electoral. El secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, dijo el 24 de septiembre que hablaba con empresas norteamericanas que planeaban hacer inversiones "en caso de un resultado electoral positivo" y agregó: "Inmediatamente después de las elecciones, comenzaremos a trabajar con el gobierno argentino en el pago de sus principales deudas". Un desafío que a priori es político trae bajo la manga implicancias económicas: la necesidad de generar consensos políticos. Esto no solo fue pedido por el FMI sino también trascendió que fue un pedido de Estados Unidos, así como de los empresarios locales. La necesidad de generar consensos está vinculado a las reformas conocidas como de "segunda generación". Se trata de la laboral, fiscal y previsional. En este sentido, Franco Marconi, analista de políticas públicas en la Fundación Libertad y Progreso, consideró que el mayor desafío es el de la política como "manejo de las relaciones de poder". "El mayor desafío de cara a las elecciones para el gobierno es la política en el sentido amplio de la palabra. La política como el manejo de la economía para satisfacer el objetivo más próximo (las elecciones), pero también la política como el manejo de las relaciones de poder dentro del sistema político, ya no solo en lo que se refiere a la contención de los propios, sino a la contención de la agenda de la oposición y evitar seguir teniendo goles en contra", explicó Marconi, a días de que el Gobierno recibiera un nuevo rechazo de los vetos. También incluyó en este frente a "las relaciones dentro del gobierno, con el mercado internacional y local, con los propios que tienen que militar y convencer (tarea poco fácil cuando empieza a haber desencanto), las relaciones con el resto de ‘la política', necesaria para avanzar en la agenda de reformas, y, finalmente si, a política como las relaciones con el votante y su necesario apoyo de cara a octubre". El mayor desafío es el dólar. La dolarización de carteras típica de las elecciones se suma a la discusión sobre el valor del tipo de cambio y el agotamiento del esquema de flotación entre bandas. Para Claudio Caprarulo, director de Analytica, el objetivo primordial es "transitar de forma ordenada hacia un nuevo régimen cambiario, minimizando los costos en el corto y en el mediano plazo". Como costo a corto plazo destacó la eliminación transitoria de las retenciones, que implicó no sólo una pérdida de 0,19% del PBI en recaudación sino también el adelanto de ingresos de dólares por exportación, lo que implica una pérdida de ingresos futuros. Esta medida permitió anticipar más de u$s 6000 millones que ingresaron al mercado cambiario, pero que tuvieron un efecto acotado en el tiempo para contener la variación del dólar. El aumento de la demanda fue también lo que asistió a que se terminen las operaciones conocidas como rulo. Desde el Centro de Economía Política (CEPA), consideran que "en los próximos días algo debe cambiar, ya que si Estados Unidos no concreta su apoyo, la situación será cada vez más frágil y el gobierno intentará llegar a la elección profundizando la venta de dólares y el cepo cambiario. Esto a su vez podría generar un círculo vicioso entre la expectativa de overshooting postelectoral y la demanda de cobertura en la previa. Este loop es el que puede forzar al Gobierno a elegir entre una reforma del esquema de bandas o una vuelta a un cepo parecido al existente previo el acuerdo con el FMI". Algo similar observaron desde Invecq y plantearon que "dado que las chances de que el equipo económico modifique el esquema antes del 26 de octubre son bajas, las alternativas que quedan son pocas: endurecer transitoriamente las restricciones, o que Estados Unidos concrete parte de los anuncios de apoyo". "El desafío es evitar que este esquema cambiario se desmorone", apuntó Martín Kalos, director de Epyca consultores, ya que considera que hay consenso sobre que este esquema es insustentable. Una devaluación no resolvería el problema que atraviesa el esquema, analizó Kalos, ya que consideró que deben hacerse reformas en lo monetario y financiero también, "que incluya un coeficiente de encajes del 53,5% y tasas que están altísimas en términos reales, de la mano de permitir que el tipo de cambio vaya hacia un equilibrio de mercado que está claramente por encima de la banda cambiaria". Contener las expectativas es la clave. En la misma línea, observa que hay problemas en lo productivo y los ingresos de los hogares. "Están caídos, el consumo masivo sigue deprimido, las ventas de las empresas en todos los rubros, que venían amesetadas en un nivel malo pero no tan malo como el año pasado, desde hace 45 días están claramente en un nivel peor", agregó sobre el efecto de enfriamiento que motivaron las tasas de interés. Las dudas sobre el esquema cambiario también desdibujan cual es el costo de reposición de insumos, particularmente los importados, para la producción, lo que también obstaculiza la actividad. Otro efecto sobre la economía real es que suma incertidumbre en la capacidad de consumo futuro tanto de empresas como de las familias. Una parálisis sostenida, como la que se viene viendo, en la actividad económica puede afectar también la recaudación, que ya cayó 8,9% interanual en términos reales en septiembre. Esto pone en juego la meta de superávit establecida por el Gobierno en 1,5%.