

Aldo Ferrer, economista del Plan Fénix, cercano al Gobierno, reconoció que hoy hay varios indicios de la tensión en la situación económica, y enumeró el cepo (al dólar), la baja de reservas del Banco Central y la disminución del superávit primario. Pero subrayó que no es previsible ninguna catástrofe. La economía está razonablemente sólida, aunque hay desvíos que se deben que corregir, enfatizó.
El siguiente es el diálogo que mantuvo con El Cronista:
-El Gobierno viene devaluando a una tasa anualizada de más de 30%. ¿Se puede profundizar esa política?
-Esta decisión del Gobierno reconoce que había un proceso de apreciación cambiaria que es un obstáculo al equilibrio económico y al desarrollo, y seguramente esta corrección de la tasa de cambio se va a mantener para conservar los espacios de rentabilidad. Pero la intención del Gobierno parece no inclinarse por un ajuste brusco.
-¿No se licúa este esfuerzo con la inflación?
-El ajuste que se está teniendo ahora, en realidad, acompaña el aumento de precios, que no es precisamente lo que prevé el Indec sino más bien lo que prevalece en el mercado. El ajuste del tipo de cambio está más cerca de las estimaciones privadas que de las oficiales de aumento de precios.
-O sea que para usted la inflación real es la que estima el mercado...
-Hay algunos indicadores concluyentes: aumento de salarios y otros costos, que son los que dice el mercado y que exceden a lo que dice el Indec.
-Para explicar la inflación, ¿no habría que apuntar a que hay una emisión del Banco Central que está financiando el déficit fiscal?
-Estamos ante una inflación inercial, donde los actores económicos han incorporado un aumento de precios de un 20%, y sobre ese piso se monta la puja distributiva. También hay una política monetaria permisiva del Banco Central, que no pretende restringir el aumento de precios a través de la restricción monetaria y de la depresión. Frente a este escenario, es importante la mesa de negociación entre los actores económicos y el Estado para tratar de desactivar este piso inercial. El otro elemento de una estrategia estabilizadora es la transmisión a la sociedad de señales contundentes de que la casa está en orden, o sea de que hay fuerte solvencia fiscal y de la balanza de pagos internacionales.
-En materia de déficit y de crecientes subsidios, pareciera que la casa no está tan en orden...
-Comparativamente, en términos internacionales y con relación a nuestra propia historia, el déficit primario que puede existir ahora o el déficit financiero es moderado. No hay un problema de exceso de gasto, se puede discutir la calidad de gasto. Hay una asignación del gasto importante que debe revisarse en materia de subsidios. El equilibrio fiscal se ha ido debilitando progresivamente, aunque todavía conserva un grado de solidez fuerte. Pero hay que fortalecer eso, porque un desvío prologando, un aumento del desequilibrio, es un factor de perturbación, sobre todo porque afortunadamente no tenemos acceso al crédito internacional.
-¿Desdoblaría el tipo de cambio?
-Hay que apuntar a operar con un solo tipo de cambios como el que teníamos antes que apareciera el mercado del blue, antes del cepo. El cepo y los controles fueron la consecuencia de la aparición de desequilibrios, y esto es lo que hay que remover.
-¿Cómo analiza la caída de reservas del Banco Central?
-Es uno de los síntomas de que hay tensión en el sistema. Pese a lo cual, tenemos la ventaja de que esas reservas son propias, no tienen contrapartida de deuda. El fenómeno del desendeudamiento ha sido un cambio espectacular en la Argentina. Hay varios indicios de la tensión: el cepo, la baja de reservas del Banco Central, la disminución del superávit primario, pero no es previsible ninguna catástrofe. La economía está razonablemente sólida, aunque hay desvíos que hay que corregir.
-Se acabó la etapa del desendeudamiento y la deuda volvió a subir, pero casi 70% está en manos de entes estatales, ¿cómo termina esto?
-En parte son ahorro legítimo; por ejemplo, los fondos del sistema jubilatorio. Después está el acceso del Gobierno al apoyo del Banco Central, lo que yo creo que está bien. Pero no puede haber una monetización indefinida e ilimitada del déficit público, tiene que haber un límite, sobre todo porque no tenemos acceso a los mercados internacionales. Un descontrol de esta variable repercute necesariamente en el nivel general de precios o en una situación difícil del balance de pagos, con un deterioro de las expectativas y mayor presión para la fuga de capitales.













