Durante buena parte de la última década, las economías y los mercados financieros de América Latina perdieron marcadamente relevancia en el escenario global.
Afortunadamente, 2025 parece haber marcado un punto de inflexión, y el año entrante podría confirmar un cambio de tendencia positivo para la región.
Comencemos por el desempeño de los activos financieros. En 2025, las acciones latinoamericanas lideraron el mundo, con ganancias promedio superiores al 55% en dólares. Las monedas de la región ofrecieron retornos totales cercanos al 25%, mientras que los bonos soberanos denominados en dólares estadounidenses también sorprendieron, con rendimientos superiores al 17%.
Desde luego, parte de este desempeño notable responde a factores externos favorables, en gran medida fuera del control de la región. Los recortes de tasas por parte de la Reserva Federal y un dólar estadounidense más débil jugaron un rol relevante. A ello se sumó el hecho de que la mayoría de las economías latinoamericanas navegaron la turbulencia comercial global de este año con un impacto limitado, beneficiándose de algunas de las tasas arancelarias efectivas más bajas del mundo para sus exportaciones a los Estados Unidos.
Existe también un ángulo geopolítico que no debe pasarse por alto. El documento recientemente publicado por la Casa Blanca, que detalla la estrategia de seguridad nacional del país, confirma la adopción de la llamada “Doctrina Monroe 2.0”, la versión moderna impulsada por Trump de la Doctrina Monroe, que reafirma a las Américas como una esfera de influencia estadounidense, fuera del alcance de otras grandes potencias.
“Un ángulo geopolítico que no debe pasarse por alto. El documento recientemente publicado por la Casa Blanca, que detalla la estrategia de seguridad nacional del país, confirma la adopción de la llamada ‘Doctrina Monroe 2.0′.
Este año, la participación de EE.UU. en Latinoamérica alcanzó niveles no vistos en un cuarto de siglo, con involucramiento activo en asuntos de Panamá, México, Brasil, Colombia y, de manera crucial, Venezuela y, por supuesto, Argentina.
Para EE.UU., una Latinoamérica estable y alineada es esencial. No solo para frenar los flujos migratorios y reforzar la resiliencia regional, sino también para asegurar el acceso a cadenas de suministro de minerales críticos, cada vez más vitales en el auge global de la inteligencia artificial y la carrera tecnológica.
En el frente político interno, el péndulo regional parece estar alejándose con fuerza de la “marea rosa” de izquierda, en dirección a liderazgos más pro-mercado. Países como El Salvador, Paraguay, Ecuador, Argentina, Bolivia y, más recientemente, Chile están marcando el camino. Las elecciones previstas para el próximo año en Colombia, Perú y Brasil podrían reforzar esta tendencia. Una postura política más favorable a los negocios podría allanar el camino para las reformas necesarias que modernicen y formalicen las economías latinoamericanas, apoyando una dinámica de crecimiento más robusta y, potencialmente, mayor estabilidad social.
Cabe destacar que, de entre los países de la región, Argentina es el que viene mostrando de manera más profunda estos cambios de tendencia. El marcado interés de EE.UU. por el país ha dado lugar a desarrollos históricos, como la intervención directa del Tesoro estadounidense en el mercado cambiario de una economía emergente. Al mismo tiempo, el profundo cambio político interno parece traducirse en uno de los paquetes de reformas pro-mercado más ambiciosos de todo el mundo.
De cara a 2026, esperamos que estas tendencias internas positivas sigan atrayendo la atención de inversores globales, apoyadas además por una política monetaria más laxa por parte de la Fed, un dólar estadounidense más débil y una perspectiva constructiva para las materias primas.
Con los activos regionales aún cotizando a valuaciones relativamente atractivas, Latinoamérica tiene margen adicional para contribuir al desempeño de las carteras en distintas clases de activos. En ese sentido, el caso argentino no debiera ser la excepción, sino una de las expresiones de este nuevo movimiento. Todo indica que la región está, una vez más, de vuelta en el mapa