Las acciones de YPF que cotizan en la bolsa, y que equivalen el 17% del capital de la compañía, pasarán a tener una importancia crucial en la nueva etapa de la petrolera, ahora en manos del Estado. Los papeles de la empresa que flotan en los mercados de Buenos Aires y Nueva York tendrán en adelante un doble rol. El primero, como reaseguro de información pública y detallada sobre la situación y los movimientos de la compañía, dado que por norma todas las firmas que cotizan en bolsa deben mostrar sus balances trimestralmente y auditados. Y los controles son particularmente estrictos en el caso de la Securitie and Exchange Commision (SEC) de los Estados Unidos, el organismo regulador de la bolsa de Nueva York. Por eso es clave que la nueva YPF estatal mantenga ese capital flotante.
Segundo, y no menos importante, las acciones de YPF en los mercados harán las veces de una suerte de termómetro de la percepción del mercado sobre del desempeño a lo largo del tiempo de la petrolera. Por supuesto que estos días son particulares y sujetos a operaciones especulativas y elevada volatilidad del mercado.
Pero en el mediano y largo plazo, la performance de la reestatizada YPF debería guardar una estrecha correlación con la evolución de sus acciones. Habrá, en principio, una menor distribución de dividendos que en el pasado. Esto no es una novedad y es un hecho que el mercado ya parecer haber descontado.
Pero YPF no deja de ser una petrolera. Y como decía David Rockefeller (que de ganar dinero algo sabe) el mejor negocio del mundo es un pozo petrolero bien administrado. Y el segundo mejor, uno mal administrado.
El 17% del capital flotante de YPF también será una alternativa en caso de que la compañía requiera financiamiento. Sobre todo si el
Gobierno decide emular el modelo Petrobras. La empresa brasileña amplió significativamente su capital flotan-te: arrancó con 13% hace 10 años y hoy ya cotiza en bolsa el 28% de la firma.