Se imagina al presidente de la VW/Lufthansa/ BMW recurriendo a la Justicia alemana porque el gobierno de la canciller Angela Merkel cambió la política tributaria, le impuso retenciones a las exportaciones o le agregó de la noche a la mañana a su producción local una nueva tasa municipal?
O, tal vez ¿podría imaginar que el ministro de Economía de Alemania, Sigmar Gabriel, dijera que no sabe cuántos pobres hay en su país y que medirlos sería estigmatizarlos? Una más: ¿y al titular de Finanzas, Wolfgang Schäuble, asegurando que se quiere ir porque no quiere/puede contestar cuando se le pregunta por la inflación anual en la cuarta economía mundial? (La última: ¿y si pasara, ¡se los imagina mucho tiempo más ocupando sus despachos!?)
Cuando la presidenta Cristina Kirchner señaló, en la reunión de las FAO de las Naciones Unidas que en la Argentina la pobreza es inferior al 5% (mientras recibía un premio por mantener por debajo del 5% la subnutrición), de algún modo pareció inferir que las situaciones hipotéticas mencionadas arriba podrían ocurrir en Alemania. Sino fuera así no se explica cómo el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, pudo asegurar suelto de bigote que la primera economía europea tiene más pobres que la segunda economía mundial con inflación de dos digitos más elevada. Lo más insólito: Norberto Itzkovich rompió su habitual bajo perfil como titular del INDEC para afirmar que hay datos robustos para sostener los dichos presidenciales y, seguramente, fue por eso que lo sentaron en primera fila (insólito para él durante la cadena nacional número 23 en lo que va sólo de este año). Al menos curioso porque el INDEC o no mide más la pobreza desde hace dos años o no la da a conocer.
El problema de haber dicho todo lo que se dijo no es únicamente el haber ofendido a los pobres argentinos (entre el 17% y hasta el 25% de acuerdo con todas las mediciones existentes). La cuestión es más profunda desde el ámbito empresario; es suponer que la lógica económica del Gobierno es equivalente a la de un país con sólo 5% de pobres. ¿O será que en países donde sólo hay riesgo de pobreza también se judicializan cuestiones económicas como en las gestiones kirchneristas? Ejemplos: la Ley de Abastecimiento la envió el Gobierno al Congreso en una semana y se aprobó en menos de 15 días. Las principales cámaras empresarias (el Grupo de los Seis) la denunciaron por inconstitucional ante la Corte Suprema. El Foro de Convergencia Empresarial acaba de difundir su documento sobre la necesidad de discutir el rol del estado y la República; entre otras cuestiones por el avance del sector público sobre el privado. Prácticamente no hay sector en la Argentina que no haya recurrido a la justica en los últimos años para pedir mediación (que, por otro lado, en la mayoría de los casos se demora) en cuestiones económicas que surgen por el permanente cambio en las reglas de juego de la economía.
No es melancolía argentina noventista, es falta de cancha a la hora de querer jugar el partido. Por ejemplo, Copal denunció que casi el 41% del precio final de los alimentos son impuestos y que no hay armonización en la recaudación de cada provincia. No es gratis que según el índice de Calidad Institucional 2015, de la Fundaciòn Libertad y Progreso, la Argentina está peor que LÍbano, Rusia y Ugando en calidad de instituciones y ocupa el puesto 137 sobre un total de 193. Si bien no es un indicador económico directo pero sí una variable política que miran los inversores a la hora de radicar sus empresas y emplear gente. Un grupo de legisladores argentino acaba de viajar al Bundeskank (Bnaco Central alemán) invitados por la Fundación Konrad Adenaur. La diputada por el PRO, Cornelia Schmidt-Liermann, escribió en una carta al jefe de Gabinete, remarcó que Alemania representa un cuatro por ciento de las inversiones directas a nivel mundial que rozan los 12.000 millones de euros y que la formación de en 330 oficios reconocidos se convirtió en el corazón de la política de empleo joven, de manera que es Berlìn la ciudad con más alto índice de desempleo (10%), muy por debajo del 40% que hay en toda Italia.
¡Tampoco es sobreestimación alemana!; simplemente humildad local para copiar cosas que parecen funcionar bien. Ejemplo: inflación anual 2%, precios de los alimentos básicos en baja, con una moneda de 2 Euros se puede comprar pollo, leche o pan. En la Argentina con una moneda de $ 2 (empuñada a imagen y semejanza de aquella) ni siquiera alcanza para recargar la SUBE y aún el que trabaja a lo mejor no tiene para pollo, leche o pan. Según mediciones de la Mesa de Enlace la brecha entre lo que recibe el productor y lo que paga el consumidor en la góndola es del 732% para la papa y del 335% para la leche. Son sólo ejemplos. Según como lo mire: del derecho o del revés.