Esta no es la típica columna que habla sobre las eternas vacaciones y los famosos años sabáticos que dicen necesitar los Millennials, ni siquiera es sobre las vacaciones que nadie sabe quién paga. Este es el lado B.
Si vienen siguiendo mi serie de columnas, sabrán que manejo un negocio del rubro retail que necesita personal Millennial para su operación diaria. Pues bien, sumo otro detalle alarmante: es un negocio estacional con su pico en la temporada estival. Sabrán entender entonces por qué en esta época del año es cuando mayor dosis de ibuprofeno y cafeína necesito. Porque mientras muchos buscan en el garage la sombrilla y el juego de playa de los nenes (que al darlo por perdido le compran uno nuevo, para luego encontrarlo en el fondo de la alacena y seguir acumulando uno por verano) yo estoy entre planillas y currículum intentando hacer que una generación que no se caracteriza por ser trabajadora, quiera venir a dar lo mejor de sí en los meses de “descanso .
Confieso que este año, situación país mediante imagino, la cosa está saliendo bastante bien. Una renuncia, un despido y menos de 3 presentismos quitados son para mí algo parecido al éxito.
Es que hay que entender… el Millennial ya “agobiado de la presión capitalista necesita saludar budas en el sudeste asiático; o “estresado por el asfalto prefiere irse a vender licuados en países limítrofes con peores condiciones laborales, menor sueldo y sin obra social; pero al parecer a los lugares con arena no llegan los sindicatos.
Es en Enero cuando empiezan los pedidos de acumular francos para irse unos días a la costa; juntar turnos, llegando a trabajar 24 horas seguidas, para poder ir a la fiesta del pueblo vecino. También llegan las descomposturas de 8 horas, los dolores de espalda sin aval médico, los malos humores producto de alta dosis de noche.
Negarse a esa realidad sería la gran solución de un Boomer. Pero como Millennial me toca ser comprensivo y hasta acompañar estas situaciones. No es la empatía la que me obliga a mostrarme de esa forma, sino la paradoja que está detrás del mercado laboral Millennial.
Dos simples curvas que lo explican todo
Veamos… todos hablan del envejecimiento de la población, ok, eso trae un problema financiero producto de los fondos jubilatorios que se cae de maduro; pero está el otro problema, la escasez de oferta laboral a la cual se adhiere una sobrecalificación de la mano de obra promedio.
En el primer mundo, que siempre está a la vanguardia, el 30% de los Millennials tienen trabajos que están por debajo de la capacitación por la cual tanta plata pagaron (ellos o sus padres eso es un debate aparte). Incluso ya es conocido que el sueldo promedio de la generación Millennial está muy por debajo del que, a la misma edad, tenían las generaciones anteriores.
El aumento de mayores de 55 oprime financieramente a gobiernos enteros, mientras que la disminución de menores de 30 reduce la posibilidad de contratación a empresas. En la situación argentina esto no es tan grave aún. Nuestra edad promedio todavía está entre los 30 (Europa supera los 45) y los menos de 20 siguen sumando el 20% de la población. Aunque como agravante tenemos la desigualdad socioeconómica; por lo tanto tenemos una generación millennial muy calificada y otra sin experiencia; ambas con el síndrome Millennial de la falta de compromiso. En este contexto negociar no es una opción. Las empresas más grandes se ven obligadas a ofrecer Flex-Work, dar beneficios y hacer esfuerzos para retener personal. Yo a ese lujo no llego, por eso me quedo con la empatía como mi gran recurso.
La búsqueda de la felicidad y la apología del yo Millennial choca con la necesidad del mercado de contratar gente joven para trabajos que ellos consideran “menores .
¿Mucha exigencia? ¿Ofertas débiles? ¿Demasiada demanda?
Para responder a esas preguntas es interesante entender para qué trabajan los Millennials. Porque cuando uno lo pregunta (lo hice muchas veces) te sorprenden con respuestas como: viajar, operarme, ropa para el casamiento, una moto. Objetivos banales que desacreditan la responsabilidad con la que uno pide que se tomen el trabajo. Claro que si el sueldo que yo pago se utilizara para alimentar a sus hijos, pagar la hipoteca o para fondos de retiro el compromiso sería otro.
Está buenísimo que nos valoremos a nosotros mismos, que exijamos lo que corresponde y seamos concientes de un mercado extrañamente saturado. Está bueno el año sabático y el flex work, estamos de acuerdo que hay una sobrecalificación del empleado Millennial con Licenciatura, Master y cursos en materias complementarias. Pero hay que estar por sobre la exigencia que nos piden, para conseguir la exigencia que pedimos.