Al Gobierno no le resultará fácil encaminar el acuerdo social sin un termómetro formal para medir la inflación. Tal como explicó Jorge Todesca en su primera entrevista como titular del Indec, publicada hoy en el suplemento 3D, sus responsables todavía están tratando de saber dónde están parados.

El decreto que declara la Emergencia Estadística es un instrumento que le otorga mayor poder legal a las nuevas autoridades para acelerar la reorganización del organismo. Sin embargo, el funcionario reconoció que pasarán varios meses antes de que sus técnicos vuelvan a producir un indicador confiable, porque quieren hacerlo de la mano de un objetivo ambicioso: aspiran a introducir un cambio "copernicano" en el sistema estadístico.

"El país no se queda sin IPC, ya no tenía IPC", sentenció Todesca con realismo, quien reconoció que en la transición a un índice nuevo habrá que mirar los indicadores de la Ciudad de Buenos Aires y de San Luis como referentes inevitables.

El punto clave, entonces, será ver qué datos convalidarán los actores sociales para formar sus expectativa sobre la inflación futura. Diciembre estaba jugado, incluso porque será computado como el último mes del ciclo kirchnerista. Era previsible que la devaluación que provocó la unificación cambiaria pegara en algunos precios atados al dólar (como sucedió en varios insumos del sector alimentario, como los envases) y disparara remarcaciones preventivas. La tarea que tiene por delante Alfonso Prat-Gay y su equipo es lograr que el colchón que hicieron las empresas sea de solo un mes.

En este esfuerzo el Gobierno se juega buena parte de su estrategia económica. Por eso puede ser una oportunidad para poner en la mesa del diálogo la realidad de las estadísticas y su futuro. Porque si una nueva bola de nieve vuelve a poner presión sobre el dólar y relaja las metas fiscales y monetarias, repudiar lo viejo dejará de ser una receta viable.