Mucho se habla de amor y poco de dinero, los vínculos se convierten en contratos invisibles: una parte da afecto, tiempo y recursos; la otra consume, minimiza y evita cualquier conversación incómoda. Este fenómeno, conocido como cash fishing emocional, se relaciona con una forma sutil pero sostenida de manipulación: usar el vínculo para lograr beneficios económicos, sin reciprocidad afectiva real.
Inspirado en el término catfishing (engañar fingiendo ser otra persona), el cash fishing no implica suplantación, sino seducción. Promesas de futuro, victimismo financiero ("estoy pasando una mala racha") o gestos románticos que aparecen justo después de recibir algo. No hay delito penal, pero sí una transferencia constante de recursos... y de energía emocional.
Narcisismo económico: la trampa del día a día
Más allá del estereotipo del estafador, este tipo de abuso suele tener una cara mucho más cotidiana: personas con rasgos narcisistas que trasladan sistemáticamente la carga económica al otro. No lo hacen con pedidos explícitos, sino con omisiones, excusas o frases que operan como dispositivos de culpa.
Todo parece estar relacionado con el amor, pero el resultado es económico: vos pagás, sostenés, resolvés. Mientras tanto, tu esfuerzo se invisibiliza y tu malestar se invalida.
Lo más perverso de esta dinámica es que, cuando intentás hablar de dinero, el conflicto escala. La persona narcisista rara vez asume su parte. Suele proyectar, siempre tenes la culpa o directamente victimizarse ("si me vas a echar todo en cara, mejor dejamos acá"). Así se instala una cultura del silencio financiero, donde plantear límites o pedir claridad se vive como una amenaza al vínculo.
El goteo que desgasta
Este abuso no ocurre en grandes sumas, sino en el goteo: la salida que pagás sin chistar, la deuda que asumís "por esta vez", la compra que hacés "para que esté bien". Y cuando todo eso se acumula, no solo se resiente tu economía. También se erosiona tu autoestima y tu capacidad de confiar en futuros vínculos.
Muchas veces, ese goteo es justificado en nombre del amor. Especialmente en culturas que aún romantizan el sacrificio, muchas personas terminan creyendo que sostener económicamente al otro es parte de quererlo. Pero si lo que das no vuelve ni en acciones ni en palabras, si cada conversación sobre plata se convierte en una pelea, si cada "no" genera tensión o frialdad... entonces no estás en una relación, estás en una transacción.
Cómo protegerte sin endurecerte
- Hablá de dinero con naturalidad. El silencio es funcional al abuso.
- Poné en palabras tu esfuerzo. Que lo emocional no tape lo económico.
- Observá cómo te sentís al dar. ¿Es amor, es miedo, es culpa?
- Poné límites sin justificarte. No tenés que explicar por qué decís que no.
- No confundas empatía con responsabilidad. Acompañar no es sostener económicamente.
Tener una relación sana con el dinero no es solo saber administrarlo: es también elegir vínculos donde el esfuerzo sea reconocido, donde dar no implique vaciarse y donde hablar de plata no sea motivo de culpa o conflicto.
El cash fishing emocional y el narcisismo financiero se presentan como dulzura, sensibilidad o una historia compartida que te invita a soñar. Pero si la única forma de sostener ese vínculo es pagar, callar o ceder en algo que no queres hacer... entonces lo que está en juego no es tu billetera: es tu salud.