La agitación del mercado cambiario en las últimas semanas tuvo un costo elevado. Y no puede decirse que haya sido superada.
Desde principios de marzo, el Banco Central intervino erráticamente en el mercado vendiendo reservas por u$s 7.726 millones. En solo dos semanas, entre el 23/4 y el 3/5, la diferencia de cotizaciones ($20,24 vs. $21,75, según circular A3500), el BCRA perdió $ 8.530 millones.
Al mismo tiempo subió en tres tramos la tasa de interés de pases desde 27,25% a 40% anual. Y por último, les redujo a los bancos (de 30% a 10% de la RPC) la posición de cambios que pueden mantener, obligándolos a desprenderse de unos 1.800 millones de dólares, forzando, de esta manera, una oferta artificial de divisas en un mercado recalentado.
Con un retraso de al menos 15 días, finalmente se suministró la medicación elemental, la que está en la tapa del libro: mandar la tasa a las nubes, encarecer y limitar las tenencias de divisas al sistema y reafirmar la decisión de ahogar de dólares al mercado, incluso con operaciones a futuro, si hiciera falta. Este cóctel consiguió moderar la suba del billete verde, que de todos modos terminó cotizando en 21,80 pesos, 8,1% arriba del cierre de fin de febrero. Logró bajar la fiebre, pero no está claro aún que haya vencido a la enfermedad.
Siguiendo con la analogía, para poder encarar un tratamiento exitoso resulta indispensable contar previamente con un diagnóstico acertado. El Gobierno atribuyó la fuerte turbulencia en el mercado a dos factores: 1) el cambio de condiciones externas, a partir de la suba de la tasa de interés en los Estados Unidos; y 2) a las trabas interpuestas por la oposición a la iniciativa oficial de ajustar en alza las tarifas energéticas.
Probablemente la primera de las causas haya sido el disparador inicial, toda vez que concretada la esperada alza en el costo del dinero en EE.UU., se modificaron los parámetros que los inversionistas toman en cuenta para decidir el destino de sus fondos. Sin embargo, el impacto del desarme de posiciones no fue igual en todos los países emergentes.
Los papeles argentinos, tanto de renta fija como los equities, fueron más castigados que los equivalentes de la región. El riesgo país trepó de 350 a 470 puntos básicos en lo que va del año y los ADR de empresas argentinas que cotizan en Nueva York perdieron hasta 25% de su valor.
El deterioro coincide con un factor que las autoridades se empeñan en ignorar, al menos públicamente. Es el cambio de metas de inflación, ocurrido en aquella conferencia de prensa del 28 de diciembre, para comunicar que el objetivo se corría de un irreal 10% a otro poco creíble 15%, que todos ellos aún hoy se empeñan en ratificar, pese a la realidad objetiva.
En el primer trimestre de 2018, los precios minoristas avanzaron 6,7%. Para abril se espera un índice de 2,4%. Y el objetivo de volver a menos de 2% en mayo ya parece improbable, con alzas en transportes y combustibles, los pendientes en luz y gas y el impacto en alimentos, consecuencia de la suba del dólar.
En 5 meses se habrá consumido dos tercios de la meta. Esto obliga a medir menos de un punto mensual de aquí a diciembre. Difícil. El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA ya habla de 22% y la encuesta de la Universidad Di Tella saltó de 20% a 25%.
Aquel cambio de meta fue tomado por los analistas como un síntoma de pérdida de independencia del Banco Central a favor de Jefatura de Gabinete. Primera fisura. La segunda fue la dificultad que enfrentó el oficialismo para pasar varias leyes por el Congreso, a pesar del fortalecimiento con el que emergió de las urnas en las elecciones de medio término.
Tuvo que retirar la reforma laboral; se le empantanó la ley de Mercado de Capitales; pagó un elevado costo en imagen por la rentada y enardecida pedrea en la Plaza de los dos Congresos, en presunto repudio a la sanción de la reforma previsional.
Y se vio obligado a ceder aspectos vitales en la reforma tributaria. Dentro de ese paquete se introdujo el gravamen a la Renta Financiera para los inversores no residentes que tuvieran colocados sus fondos en Letras del BCRA. Las Lebacs. Ese impuesto se reglamentó y comenzó a regir desde el 26 de abril. Y fue otro factor que influyó en el comportamiento de los mercados, que en el oficialismo no consideran relevante, o señalan a quienes lo propusieron (Frente Renovador).
Como consecuencia de la entrada en vigor de ese tributo, los inversores extranjeros comenzaron a desarmar sus posiciones en Lebacs, estimada en torno a 8% del total. Es decir, unos 100 mil millones de pesos, que procuraron dólares por el equivalente a u$s 5.000 millones.
En forma paralela, ocurrieron otros hechos desde lo político que provocaron algunas suspicacias. Uno fue el anuncio de la renuncia de Emilio Monzó, como presidente de la Cámara de Diputados, a partir de fin de año. Un hombre clave para el Gobierno en la relación con los legisladores de la oposición.
Otro: la aparición de fricciones entre los socios de la coalición gobernante, que empezaron apenas terminado el recuento de los votos de octubre. Todos se sintieron con derecho a un rol más protagónico de cara a 2019. Elisa Carrió, socia fundadora, con el crédito de su 51% de los votos porteños. Los radicales, de gran protagonismo en los comicios regionales. Y el PRO, que pretende pintar todo de amarillo.
Las críticas del mendocino Alfredo Cornejo y de la propia Carrió al trámite de las tarifas generaron alguna perplejidad. Y con razón. El fuego amigo fue tomado como una muestra de las tensiones en el seno de Cambiemos. Una posibilidad de escisión que, aún sin una oposición todavía delineada, alteraría los números que asignaban una elevada probabilidad de triunfo a Mauricio Macri en un intento de reelección.
Para los hombres de negocios, Macri representa la continuidad de los cambios iniciados. Saben que necesita ganar en primera vuelta en 2019, porque en un eventual “ballotage puede perder contra un arco opositor aglutinado para la ocasión. Hoy eso presupone el regreso a un pasado, cuya sola imagen provoca escozor en la piel de aquellos que invirtieron financieramente en Argentina o prevén hundir capitales en la economía real.
Las dificultades manifiestas del Ejecutivo para bajar la inflación, el escaso dinamismo en la reducción del déficit fiscal, los obstáculos del oficialismo en el Congreso y las tensiones entre los socios de Cambiemos fueron los motivos que encendieron luces de alerta en los escritorios de Wall Street, Londres y Ginebra.
Todos están hablando, palabras más, palabras menos, de la lentitud de la corrección fiscal y la consecuente vulnerabilidad externa de Argentina. El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió sobre la fragilidad externa del país por sus inconsistencias fiscales. El Institute of International Finance (IIF) aplaude las reformas iniciadas, pero reclama más velocidad en la reducción del gasto, algo de lo que se permite dudar, a las puertas de un año electoral clave para Cambiemos. En general, se advierte algo de decepción. Esperaban más.
Forbes se pregunta si no llegó la hora de salir de Argentina. The Economist y otras publicaciones se sumaron a los desencantados. La revista británica plantea la crisis del gradualismo. Varios informes de bancos privados cambiaron sus opiniones sobre Argentina a “SELL y la calificadora Fitch bajó de “positivo a “estable su panorama sobre la deuda soberana del país. Moody’s, a su vez, alertó sobre una mayor percepción de riesgo para los activos argentinos.
Aquí el punto ya no es que se encarezca el crédito para la Argentina, sino la posibilidad de que se cierre la ventana del financiamiento externo, imprescindible para que el Gobierno pueda continuar con su estrategia gradual en la reducción del gasto y del déficit. La alternativa sería el ajuste forzoso. Algo inadecuado, en las vísperas de un año electoral clave.
Esto explica por qué el Gobierno, además de las medidas técnicas, anunció que profundizará el esfuerzo fiscal, para bajar el déficit de 3,2% a 2,7% del PBI este año. No se sabe cómo lo planea hacer, más allá de la pediátrica reducción de $30 mil millones en obra pública. (El monto equivale a la intervención cambiaria a $20,26 del día en que los extranjeros se deslebaquizaron).
Tampoco se sabe si el anuncio resultará creíble. No ayudan las promesas incumplidas de ollas repletas de oro al final del arco iris de los segundos semestres.
¿Cómo se explica la transición desde la resistencia a apurar los recortes porque “no se puede hacer otra cosa , a esta súbita y saludable preocupación por demostrar que el Ejecutivo busca reducir la dependencia del financiamiento externo.
Por lo pronto, el anuncio provocó que una medida del riesgo, los CDS (Credit Default Swaps) cayera casi 9%. Hubo menos demanda por los seguros para cubrir el riesgo de un incumplimiento en los pagos de deuda.
Ahora, si la batería de anuncios y medidas financieras serán suficientes para conjurar la corrida cambiaria, eso está por verse. La reducción de la posición de cambios a los bancos fue una bala de plata y ya se usó. No hay demasiado margen para seguir subiendo la tasa de interés sin dañar la actividad económica.
Este mes vencen 687.535 millones de pesos de Lebacs y la incógnita es qué harán no los bancos, que probablemente renovarán, sino los tenedores del sector privado no financiero, que se estima tienen un 15% del total de esos títulos. No ayuda el hecho de que en medio de la crisis se haya barajado (y descartado) la posibilidad de una refinanciación no voluntaria de estos activos. Tampoco la propuesta de Carrió de investigar a los especuladores que “actúan contra el país con las corridas .
Asumiendo que el principal motivo de la crisis fuera técnico y estuviera relacionada con la dinámica de la economía, probablemente la elevada tasa de interés y la fuerte suba del dólar en los últimos días vuelvan a alentar las colocaciones en pesos, que solo perderían si el billete norteamericano superara los 30 pesos en mayo 2019.
Si, en cambio, lo que estaría influyendo con mayor peso fueran expectativas políticas, convendría comenzar por aceptarlo y generar acciones tendientes a recuperar la percepción de un Macri cómodamente reelecto en 2019. Por ejemplo, recuperar la iniciativa en el Congreso sería una forma. Y desde ya apagar los ruidos en el seno de Cambiemos.
Hay hinchada para que a la Argentina le vaya bien y avance en el Mundial de la economía. La corrida fue como la silbatina de la tribuna, por las chambonadas del mejor equipo de los últimos 50 años. No le están pidiendo mucho. Apenas algo de coordinación y que metan goles. Hace rato que empezó el segundo tiempo y el empate no sirve. Lo que está en juego es la continuidad del técnico y lo que representa: el fair play.